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Artículos - Rupert Spira

Rupert Spira -- La transparencia de las cosas

Entrevista por Iain McNay Conscious TV / Versión PDF
Rupert - Iain

Iain: Rupert ha escrito un libro, publicado por Non-Duality Press, titulado La Transparencia de las Cosas, y subtitulado Contemplando la Naturaleza de la Experiencia. Supongo que la primera pregunta es, ¿cuál es la razón por la que escribiste este libro?

Rupert: No hubo ninguna razón. Yo estaba en un tren durante seis horas de viaje hacia Edimburgo y empecé a escribir. Simplemente empecé a escribir una descripción de la experiencia, una contemplación de mi experiencia actual, tal como aparecía en ese momento. El libro se desarrolla a partir de ahí. No fue escrito con un fin determinado en mente o para cierta audiencia. Era sólo el disfrute de ver, explorar y expresar la naturaleza de la experiencia.

Iain: La primera línea del Prólogo dice, "Este libro es una colección de meditaciones y conversaciones acerca de la naturaleza de la experiencia. Su único propósito, si se puede decir que tiene algún propósito en absoluto, es mirar con claridad y sencillez la experiencia misma". Y, por supuesto, así es como empezaste, mirando la experiencia misma.

Rupert: Me había olvidado de esa primera línea ¡y me alegro de oír que es correcta! Es precisamente lo que el libro es, una colección de meditaciones sobre la naturaleza de nuestra experiencia, porque todo lo que tenemos en cualquier momento es simplemente nuestra experiencia.

No conocemos nada fuera de la experiencia. De hecho, no hay evidencia de un mundo fuera de nuestra experiencia de él. Así que, si estamos interesados ​​en nuestra propia naturaleza y la realidad del mundo, todo lo que tenemos es nuestra experiencia de nuestro yo y nuestra experiencia del mundo.

¿Dónde y cuándo tiene lugar esa experiencia? Siempre tiene lugar aquí y ahora. No "aquí" en un lugar y "ahora" en un tiempo, sino más bien "aquí" y "ahora" en la Presencia de la Consciencia atemporal y aespacial.

Así que, si queremos conocer la realidad de nuestro yo y del mundo, todo lo que tenemos que explorar o investigar es esta experiencia presente, cualquiera que sea su forma, de momento a momento.

Iain: Estoy interesado en el amplio contexto de tu desarrollo y sé que realmente empezaste a meditar a la edad de dieciséis años, que eras muy joven, y me preguntaba qué es lo que te llevó a eso.

Rupert: En ese momento yo estaba estudiando ciencias con la intención de convertirme en un médico o un bioquímico, pero, mientras mis estudios continuaban, me sentía cada vez más desencantado con ellos.

Me encontré con la poesía de Rumi que, en ese momento, a mediados de la década de 1970, no había sido traducido por Coleman Barks y otros con los que estamos familiarizados hoy en día. Sólo estaba disponible en las traducciones más clásicas. Sin embargo, me encantó su poesía y fui aprendiendo el giro Mevlevi que era parte de la tradición sufí. También aprendí los "movimientos" de Gurdjieff.

Al mismo tiempo, me encontré con las enseñanzas no-duales de la tradición Vedanta Advaita, que estaban siendo dadas por el Shankaracharya del norte de la India, y en virtud de él aprendí a meditar.

Tenía un interés voraz en la naturaleza de la realidad y leí todo lo que pude encontrar de PD Ouspensky, Krishnamurti, Ramana Maharshi, Nisargadatta, los Primeros Padres de la Iglesia Ortodoxa, Irina Tweedie, y otros.

Iain: ¿Y todo esto fue a los dieciséis años de edad?

Rupert: Bueno, todo comenzó cuando tenía dieciséis años y continuó durante mi adolescencia, en mis años veinte y en mis treinta.

Iain: Debes haber sido tan diferente de tus contemporáneos...

Rupert: En un sentido tal vez, pero era también un adolescente normal.

Dejé mis estudios y me fui a la escuela de arte, con la esperanza de que fuera más favorable para mis intereses, y en cierto modo lo fue. Sin embargo, es cierto que durante mis últimos años de adolescencia y en mis años veinte mis intereses no eran los intereses de la mayoría.

Estaba muy interesado en quién yo soy realmente y lo que el mundo realmente es. Había empezado a meditar y estaba estudiando las enseñanzas no-duales del Shankaracharya, Ramana Maharshi y Nisargadatta en particular.

Cuando los leía algo en mi corazón decía: "¡Sí!" Hubo una profunda resonancia en mí. Yo sabía que lo que se estaba diciendo era cierto. En cierto sentido yo lo sabía pero en otro sentido no podía hacerlo mío. Así que durante veinte años o así, continué con el Shankaracharya, meditando, estudiando, contemplando, practicando.

Iain: ¿Tuviste un maestro en ese momento o lo estabas haciendo principalmente por tu cuenta?

Rupert: Sí, pasé mucho tiempo con un grupo de Londres llamado The Study Society, que había sido iniciado por PD Ouspensky y seguía adelante con el Dr. Francis Roles. Fue el Dr Roles quien había conectado con el Shankaracharya después de la muerte de Ouspensky, y fue bajo su dirección que aprendí a meditar. También asistía a las reuniones una o dos veces por semana durante estos años. Así que a lo largo de mi adolescencia, los veinte años y principios de los treinta estaba muy comprometido en la exploración de la enseñanza no-dual clásica.

Iain: ¿Y eras capaz de integrar eso prácticamente en tu vida en ese momento?

Rupert: Hasta cierto punto, pero durante mucho tiempo sentía que había una conexión que no se había producido, la sensación de que todavía faltaba algo. Por un lado estaba mi profundo interés en los asuntos espirituales, y por otro estaba la vida en el mundo, las relaciones, mi amor por la belleza, ganarme la vida, etc.

Iain: Debía de ser un gran reto tratar de compaginar todo esto.

Rupert: No siempre encajaban juntos muy bien, sobre todo porque, en ese momento, yo tenía algunas ideas preconcebidas acerca de la forma que este entendimiento debería tener en el mundo y traté de superponer estas ideas en mí mismo. Por supuesto, no funcionó, así que había una relación incómoda entre mi entendimiento, tal como estaba, y el mundo. Había un poco de comprensión teórica, pero en realidad no había penetrado hasta el núcleo de mi vida.

Iain: Creo que mucha gente está en esta situación en la que tienen una enseñanza que realmente les atrae y luego tienen los aspectos prácticos de la vida cotidiana. Y tratar de compaginar esto de alguna manera es un desafío.

Rupert: Sí, y creo que esto fue agravado para aquellos que fuimos a la India en busca de inspiración, literal o metafóricamente, porque la enseñanza de la India, la enseñanza no-dual clásica, estaba empaquetada, como lo están todas las enseñanzas, en una forma cultural particular.

La India es una cultura exótica o al menos extraña en comparación con la nuestra, y por lo tanto la enseñanza viene empaquetada en una forma exótica o al menos en una forma extraña. Era difícil discernir la comprensión esencial de su embalaje cultural a través del cual se está expresando, y esto llevó a muchos malentendidos.

Por encima de todo había siempre, para mí, un sentido de la distancia, la imposibilidad de traer la enseñanza profunda e íntimamente a mi propia experiencia vivida.

Iain: La India es completamente diferente.

Rupert: Sí, y en esos días había una buena razón para ir allí por la comprensión no-dual. Apenas estaba empezando a estar disponible en Occidente.

Iain: ¿Qué tipo de trabajo hacías en ese momento?

Rupert: Yo era un artista de cerámica.

Iain: ¿Y aprendiste este arte en la universidad?

Rupert: Había asistido a la escuela de arte y más tarde me formé con un hombre llamado Michael Cardew. Pronto después de eso, a mis veinte años, establecí mi primer estudio y empecé a ganarme la vida como artista y artesano, lo que disfruté mucho.

Iain: Me imagino que también es una maravillosa manera de expresar un proceso interno.

Rupert: Sí. Tenía una creencia no formulada y la sensación de que la belleza estaba de alguna manera estrechamente relacionada con la espiritualidad. Aunque no podía equiparar las dos, tenía la intuición de que la belleza era una revelación directa de la naturaleza de la realidad, de la misma manera que el amor y la inteligencia lo son.

Así que mi trabajo estaba involucrado con la belleza. Fue una investigación a un nivel tangible muy físico en la naturaleza de la realidad y la manera en que podría ser expresada en la forma, cómo podría tomar forma en la forma. Así que sí, estaban estrechamente conectados.

Iain: ¿Y crees que las personas que compraron tu trabajo respondieron a eso? ¿Se daban cuenta de que había algo más profundo en lo que habías creado?

Rupert: No lo sé. Creo que es muy difícil decir lo que está ocurriendo cuando respondemos a una obra de arte. Hay muchos niveles en que respondemos. Está el nivel físico inmediato de la forma, el modelo, el color, el ritmo, pero también hay una comunicación más profunda que tiene lugar. Puede que no seamos conscientes de esta comunicación más profunda y así no ser capaces de articularla, pero eso no es necesario.

Lo que es necesario es que somos tocados. Por ejemplo, si escuchamos una pieza de música, la comunicación es a veces tan poderosa, tan intensa. No tenemos que ser capaces de articular lo que está pasando. De hecho no tenemos idea de lo que está pasando, pero lo importante es que lo que se está comunicando se recibe, y es recibido en el corazón, por así decirlo, sin la mediación de la mente pensante.

Iain: Sí, lo que provocó la pregunta fue un recuerdo de haber leído acerca de alguien que había visto una cierta pintura y terminó en un hospital mental. Había algo de la locura del artista que transmitió tan poderosamente en la pintura, que afectó el estado mental del espectador. Y sé que hay otros ejemplos de personas que han estado frente a un cuadro o una obra de arte y se han sentido conmovidos hasta las lágrimas, sin saber por qué. Uno presume que es debido a la emoción, el amor, la belleza que se expresa en esa obra de arte.

Rupert: Sí.

Iain: Así que me imagino que tu trabajo en realidad tiene un efecto poderoso y positivo en las personas.

Rupert: Podríamos decir que cada objeto lleva la firma de su origen. Expresa el "lugar", por así decirlo, del que proviene. Expresa lo que ha entrado en su fabricación, física, psicológica, intelectual, emocional, en todos los sentidos. Todas estas cosas están presentes en la forma final.

Así un objeto que viene de, por ejemplo, una sensación de alienación o desesperación tiende a expresar y evocar una sensación similar en el espectador. Un objeto que viene del amor de alguna manera tocar el lugar del amor en el espectador.

Así que lo que entra en la realización de una obra de arte –la inteligencia, el amor, la ternura, la angustia– permanece de algún modo incrustado dentro de ella y de alguna manera es comunicado por ella.

Pero al igual que en la vida ordinaria nuestra profunda comprensión y sentimientos se expresan a través de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, así lo que somos en un nivel profundo se transmite en la creación de una obra de arte. Es lo que realmente somos lo que es el contenido real del objeto que hacemos, que brilla a través de la forma del objeto.

Y creo que, en el ejemplo que das cuando alguien se siente conmovido por un objeto, la fuente de la que viene el objeto es de alguna manera comunicada. No se comunica a la mente aunque pasa a través de la mente. La forma está siempre condicionada al igual que el cuerpo y la mente están condicionados. Pero eso que se está expresando a través de la forma no está condicionado.

Nos quedamos en silencio o conmovidos hasta las lágrimas, porque toca algo en nosotros, disuelve algo en nosotros; se disuelve nuestro conocimiento mental, conceptual.

Fui anoche a ver la película llamada Man on Wire (El hombre sobre el alambre) acerca de Philippe Petit, el andador de la cuerda floja. ¡Lloré! Fue tan hermoso.

Iain: Philippe Petit es un gran equilibrista que caminó hacia adelante y atrás siete veces a través de las Torres Gemelas antes de ser destruidas. Tuvo que pasar de contrabando todo el equipo, porque no pudo conseguir el permiso, por lo que todo se hizo de manera ilegal y, por supuesto, la policía estaba en la parte superior, tratando de arrestarlo, y ¡él sólo andaba y saltaba por el cable de un extremo al otro!

Rupert: El amor, la imaginación, la sensación de que todo es posible, era tan hermoso. Sentí eso al ver la película, la majestad de su amor por la vida, su misterio y alegría, y cómo podía expresarlo de la manera más extraordinaria, tendido en un alambre, suspendido en el espacio, a mil metros de altura.

Mucho después de que las imágenes de la película se habían retirado, me quedé con una sensación de apertura, admiración, belleza y amor. Fue una verdadera obra de arte.

Iain: Y también un enorme coraje.

Rupert: Sí, era una hermosa expresión de una acción sin ego, acción en la que la entidad personal no estaba presente.

Iain: Hay también un impulso. Él dijo que sintió, dos o tres veces, que tenía que hacer esto.

Rupert: Sí, una sensación de destino impersonal. Algo que tiene que hacerse. "Tú" no lo haces.

Y sí, tienes razón acerca del coraje. El coraje viene de una palabra francesa, que significa un corazón grande. Fue un verdadero coraje, no un individuo siendo valiente, sino esta sensación de enormes posibilidades, sin miedo. Una falta de miedo que viene de ser totalmente uno con el universo, sabiendo que tu acción es su acción.

Iain: Yo también tuve la sensación de que de alguna manera era sostenido por el universo.

Rupert: Exactamente. ¡Él era el universo y el universo no puede dañarse a sí mismo!

Iain: Él no hablaba de la no-dualidad o ser parte de algo más, pero sabía y sentía que se estaba expresando en nombre del universo. Y que de alguna manera no había riesgo. Por supuesto, él también estaba increíblemente en forma y bien entrenado. Lo viste entrenando para ello, cómo se ponía de pie en el cable y ver exactamente hasta dónde podía inclinarse antes de empezar a caer.

Rupert: Sí, y estaba esa parte hermosa en la película en la que uno de sus asistentes describía el increíble poder de la concentración cuando estaba entrenando.

Iain: Sí.

Rupert: En una escena él describió a Philippe Petit como algo parecido a una esfinge. Mostraron un primer plano de su rostro y se podía ver allí la impersonalidad absoluta de su hazaña. Era como una de esas estatuas de Buda talladas en roca, absolutamente inmóvil.

Nunca estás preocupado mientras ves la película de que se iba a caer. Él no tenía absolutamente nada de miedo, era uno con el momento, haciendo lo que tenía que hacer en el lugar correcto en el momento adecuado, sonriendo sin esfuerzo mientras caminaba a lo largo de este cable.

Iain: Creo que también participaste en los movimientos de Gurdjieff, cuando eras más joven – ¿no es así?

Rupert: Sí, yo practiqué los "movimientos" de Gurdjieff en Colet House, la residencia donde se ubicaba The Study Society, durante varios años.

Iain: ¿Estos (movimientos) eran para la música de Hartmann?

Rupert: Sí, pero cuando fui a Colet House, a la edad de diecisiete años, la influencia de Ouspensky estaba disminuyendo y el Dr. Roles estaba tratando de introducir la enseñanza no-dual del Shankaracharya.

Iain: ¿Así que Francis Roles se convirtió en tu primer maestro?

Rupert: Sí.

Iain: ¿Y entonces creo que tuviste un punto de inflexión a mediados de los 90?

Rupert: Sí. Había pasado veinte años en Colet House y amaba la enseñanza del Shankaracharya, y durante todo ese tiempo estuve estudiando a Nisargadatta y Ramana Maharshi de manera continua. Sin embargo, todavía sentía que algo faltaba. Y entonces a mediados de los años 90 conocí a Francis Lucille, y ese fue realmente el punto de inflexión.

Lo primero que le oí decir fue: "La meditación es un 'Sí' universal a todo".

Ahora ese es el tipo de cosas que podrías oír en el circuito no-dual o leyendo un libro, pero en ese momento algo hizo clic y recuerdo claramente sentir: "Estoy en casa. He vuelto a casa. Para esto es lo que me han preparado estos últimos veinticinco años, este encuentro".

Iain: Así que fue sólo esa frase que desencadenó ...

Rupert: Sí, sólo esa frase. Fue literalmente lo primero que oí decir a Francis. Fue al comienzo de un retiro. Nunca antes había conocido a Francis. Escuché esta frase y recuerdo un escalofrío que subía por mi espina dorsal y pensaba simplemente, "Estoy en casa". Esa fue la frase que me llegó.

Iain: Entonces, ¿cuál fue el sentimiento dentro de ti cuando sucedió esto?

Rupert: Sentí que había hecho la conexión. Todos estos años he estado buscando, practicando y meditando, deseando encontrar algo. Siempre había ...

Iain: Sentías que faltaba algo de alguna manera ...

Rupert: Había una sensación de carencia que a veces crecía en intensidad, pero en la mayoría de los casos era sólo un sentimiento leve en el trasfondo que impulsaba mi vida. Cuando conocí a Francis, hubo un sentimiento de que esta carencia se disolvió. No estoy diciendo que desapareció de una vez por todas, pero había una sensación de que se había disuelto. Pasé mucho tiempo con él durante los siguientes diez años, explorando esa sensación de carencia.

Por lo tanto, el primer encuentro fue muy importante. Sabía que era un punto de inflexión. No pude formular exactamente por qué en ese momento, pero sabía que este fue un encuentro con el que tanto había deseado durante todos estos años.

En ese momento lo expresé diciendo que había encontrado a mi maestro. Sin embargo, me di cuenta con el tiempo que el maestro no es la persona. El verdadero maestro es la Presencia, no una persona. Pero eso no fue obvio para mí al principio. A medida que pasaba el tiempo se volvía más y más evidente que no era la persona del maestro lo que encontré ese día, era un reconocimiento de mi propia naturaleza. Era la Consciencia, mi yo, reconociéndose a sí mismo.

De alguna manera, y no sé cómo, este reconocimiento primero tuvo lugar como resultado de ese encuentro con Francis. En ese momento atribuí este auto-reconocimiento al encuentro con el maestro, con la persona del maestro, y en cierto modo es verdad. Más tarde me di cuenta de que la presencia del maestro es verdaderamente la misma que la mía propia, que la Consciencia "en" el maestro es la misma que mi propia Consciencia.

Llegué a ver que la Consciencia proyecta al otro aparente fuera de sí misma, en la forma de una persona, como un maestro. Sin embargo, a medida que la relación se desarrolla, la Consciencia retira esa proyección y queda claro que, cuando uno se encuentra con un verdadero maestro, es la Presencia reconociéndose a sí misma en el llamado otro. Esto no es una experiencia extraña o extraordinaria. Es lo que conocemos como amor o amistad.

Pero eso llevó algún tiempo para que quedara claro. El reconocimiento ocurrió de inmediato y entonces lo olvidé y los viejos hábitos de pensar y sentir en nombre de una entidad separada regresaron. Hubo muchos reconocimientos posteriores, al principio en la compañía de mi maestro y luego más tarde no era necesario tener el maestro presente.

Cada vez que ocurría estaba claro que la Consciencia, lo que realmente somos, sabe que no depende de nadie ni de nada fuera de sí misma para que este auto-reconocimiento tenga lugar, aunque el encuentro con el maestro parecía ser su causa inicial.

Iain: Entiendo lo que estás diciendo. Parece que tenía que haber una integración, una absorción.

Rupert: Sí, recuerdo haber tenido una conversación con Francis varios años después sobre las relaciones íntimas, y en un momento de la conversación él dijo que para que la verdadera intimidad tenga lugar en una relación, no puede haber absolutamente ninguna jerarquía.

Iain: Ninguna jerarquía ...

Rupert: Y entonces, hubo una pausa y recuerdo que él me miraba y me decía: "Exactamente lo mismo es cierto de la relación entre el estudiante y el maestro". Para que la verdadera intimidad, para que la verdadera amistad, para que el verdadero amor, se sienta, se exprese, no puede haber jerarquía. No puede haber sentido de "yo soy un estudiante y usted es un maestro", "yo no sé y usted sí sabe". No puede haber diferencia.

Lo que él estaba diciendo es que la verdadera relación entre un supuesto estudiante y un supuesto maestro es verdaderamente la relación entre la Presencia y la Presencia, lo que no es ninguna relación en absoluto, porque la Presencia no tiene una relación consigo misma. Es ella misma. No hay nada aparte de la Presencia, nada con lo que tenga una relación. El verdadero contenido de una relación íntima, o la relación entre un estudiante y un maestro o entre amantes o amigos, es el compartir esta Presencia. Eso es lo que es la experiencia del amor: el reconocimiento de que somos uno.

Iain: Entiendo. ¿Y todavía estás trabajando en la cerámica?

Rupert: Sí.

Iain: Todavía estás creando y derramando lo que hay dentro en tu forma de arte.

Rupert: Sí, pero no hago ningún esfuerzo consciente para expresar lo que estamos hablando aquí en mi trabajo.

Iain: Lo entiendo, pero debe ser intrínsecamente expresado de alguna manera ...

Rupert: Creo que sí. Eso espero. De hecho, es inevitable, pero no es algo que estoy tratando de hacer. No es algo que pasa por el intelecto como lo hace cuando usamos palabras, cuando usamos ideas abstractas, conceptuales, para tratar de expresar algo que no es abstracto o conceptual.

Iain: Cierto.

Rupert: Cuando expresamos algo en la forma –digamos, un bol o una pintura o una pieza musical– pasamos por alto el intelecto. Esa es la belleza de ello ¡y por eso es tan eficiente! No hay que enredarse con conceptos e ideas. En cierto sentido podríamos decir que es más directo, aunque las palabras también pueden ser muy directas. Sin embargo, no hay ningún intento de averiguar cómo expresar lo que estamos hablando aquí, a través de la forma.

Iain: No, lo entiendo. Gracias.

Vamos a parar aquí. Tenemos una segunda parte con Renate que será un programa más experiencial.