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Artículos - Éric Baret

Meditación -- Éric Baret

Por Eric Baret
Éric Baret

P. ¿Cuál es el valor de la meditación como una práctica deliberada?

R. Su único valor es el de crear un sentido de separación de lo que no es "meditación". Le aparta a uno de la vida. No puede haber ninguna intención en la meditación. La meditación te llama, tú no la llamas. Es como preguntar algo a un maestro: es un insulto al maestro. El maestro te dice lo que tiene que decirte – sólo mantén la boca cerrada y escucha. No le preguntes nada. Si le preguntas, no hay espacio para una respuesta, porque estás lleno de expectativas. Cuando estés con un maestro, sólo escucha; no preguntes nada. En ausencia de preguntas, en ausencia de acaparamiento, hay espacio para que la enseñanza se desarrolle. Por supuesto, el maestro del que hablamos puede ser llamado "vida" también.

La meditación te llama en ciertos momentos del día. Has completado una actividad y aún no te has dedicado a otra: te sientas en silencio, o te acuestas en silencio, o te pones de cabeza en silencio. Afrontas simplemente lo que está aquí ahora. Inmediatamente tu cuerpo se convierte obviamente en el objeto de observación. En primer lugar, encuentras los elementos burdos: el miedo, la ansiedad, la sensación de pesadez, la tensión. Estos se disuelven rápidamente en vibración, en luz, en calor. Lo que queda es una sensación de espacio, de vibrante luz, y que resuena en tu silencio, en tu presencia. Eres feliz, no tienes necesidades, no tienes futuro. La meditación te llama.

Pero meditar sólo tiene sentido si tienes la misma actitud hacia ella como la que tienes para ir al baño por la mañana. No lo haces para alcanzar la iluminación. Lo haces porque es natural, como cuando te levantas, vas al baño, te cepillas los dientes, tomas un poco de agua en la boca, te enjuagas, y la escupes. Es totalmente normal. No tienes nada que hacer a las cuatro de la mañana. Si como la mayoría de la gente tienes vecinos no puedes hacer ningún ruido. Si estás sano mentalmente, no enciendes una luz artificial; porque eso sería un insulto a la belleza. No quieres quemar tu casa con una vela, por lo tanto, no enciendas una, por lo tanto, no puedes leer. Tampoco pondrás ningún tipo de música porque los vecinos son psicópatas. Tu perro sigue durmiendo, tu esposa vive con la fantasía de tener un marido. Tienes el tiempo en tus manos. ¿Qué puedes hacer? ¡Nada! Así que quédate quieto.

La posición normal para un cuerpo feliz es la posición de sentado, así que te sientas. Tú no meditas, simplemente no haces nada. En el momento en que el pensamiento "yo medito" viene, es pura fantasía. ¿Por qué te quedas ahí?, ¿por qué no haces algo más? Todo se reduce exactamente a la misma cosa. Tú nunca meditas; sólo estás receptivo a todo lo que se presenta, a la sensación del cuerpo. No hay nada que pensar. Eres traído de vuelta a esta resonancia, a esta apertura. Sentirás el sol naciendo en tu apertura, y luego sigues con tu vida. Pero meditar cada mañana y sabiendo que estás meditando, es como tratar de ser humilde durante media hora.

Jean [Klein] solía decir que la meditación es como alguien que no quiere tomar un tren. Si no deseas tomar el tren, no tienes que hacer nada al respecto. ¡Simplemente no tomas el tren! Si tu vida es tal que vives en un país pacífico, libre de guerras, si vives solo, si tu perro ha muerto, y por las mañanas te encuentras yendo regularmente al baño, te lavas los dientes y te sientas: sólo se trata de ser práctico. Después de eso, algunas personas hacen algunos ejercicios - la vida es movimiento - llamado yoga. Pero pensar que a las seis tengo que meditar es como pensar que a las seis no debo tomar el tren. No hay nada que hacer al respecto. En cierto sentido, incluso puede interrumpir la meditación real, es decir, esos momentos en la vida en que el silencio nos llama.

Me recuerda a un amigo mío que se convirtió en un gurú famoso. Otro amigo fue a verlo y me dijo: "Siento que ha alcanzado un poco de silencio, pero que el silencio no le ha alcanzado..." Pensé que éste era un comentario particularmente brillante sobre este amigo "realizado". Si meditas con un propósito, en un momento determinado, es posible que alcances el silencio, pero el silencio nunca te alcanzará a ti. La verdadera meditación te envuelve en el silencio. Puede suceder en cualquier momento, cuando estás haciendo el amor, bebiendo, viendo la televisión. Así que cuando sientas que el silencio te envuelve, ya no hay televisión para ti, no hay nada más, sólo silencio. Por lo tanto, te das a ti mismo a este silencio cada vez más a menudo. Si sucede por la mañana, es hermoso.

Cuando nuestras vidas están en armonía, nos despertamos desde el sueño profundo, no desde el estado de sueño. Normalmente, en la mañana, hay una clase de humildad sobrante del sueño profundo, una llamada a permanecer inmóvil. Puedes llamarlo meditación; en la Tradición de Cachemira, se le llama vivir de una manera natural. Pero si uno pasa al estado de sueño después del sueño profundo, por supuesto la meditación tiene que ser una decisión, porque en el estado de sueño ya estamos en el proceso de devenir. Viviendo armoniosamente pasas del sueño profundo a la meditación o al estado de vigilia. Por lo tanto, en cierta manera reconoces el estado de vigilia, la luz, el mundo físico, desde el punto de vista del sueño profundo, desde el punto de vista del silencio.

La duración de la meditación es irrelevante. No puedes "meditar durante una hora" ni por un segundo. Pero el cuerpo vive de acuerdo a ciertos ritmos. Si uno tiene la oportunidad de comer con regularidad, sentarse con regularidad, dormir a la misma hora cada día, en cierta manera puede ser más fácilmente evidente para ti que la meditación no dependa de una posición de sentado. Pero muy pocas personas tienen la suerte de comer siempre a la misma hora y dormir al mismo tiempo. Así que, para un yogui sentarse a las dos de la mañana no es una práctica, simplemente es lo que sucede. No hay nada en ello. Cuando te vuelves viejo y débil, te despiertas más tarde; no careces de nada. Cuando conocí a Jean Klein, solía sentarse en la mañana desde las tres a las ocho, haciendo yoga, pranayama y meditación. Más tarde, fue confinado a una silla de ruedas y ya no pudo hacerlo más, pero nada era diferente.

Hay momentos en la vida cuando el cuerpo está disponible para sentarse con regularidad y poder así expresar la belleza de la vida, siempre y cuando sentarse sea sin esfuerzo. Si hay alguien con quien hacer el amor, si hay una lucha que luchar, si no hay otra cosa que hacer, todo es exactamente lo mismo. No debes esforzarte ni empujar a hacerlo. Ello resuena, viene de dentro. Cuando un músico siente una vocación por la música, se levanta a las cinco y escribe música. Es por la alegría de la música. Sentarse es puramente por el placer de sentarse. De lo contrario, se reduce a esa fantasía fascista como en la tradición Zen, donde se quiere alcanzar algo. Esto llevó a Soto y a Rinzai a participar en las guerras de Manchuria y la Segunda Guerra mundial. Las aportaciones de los monasterios Zen a la expresión fascista del ejército japonés en China fueron sustentadas por la actitud Zen de querer alcanzar el satori, hacer zazen. Esto fue muy claramente un ejemplo de querer "hacer meditación". Es una forma de guerra, crea guerra, si se hace con la más mínima intención. Si se trata de algo que no conoces y simplemente eres llevado a sentarte feliz y más adelante estás nadando feliz, es hermoso.

Extracto de una entrevista - Montreal, 20 de septiembre de 1999
Fuente: Advaita Vision