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Artículos - Eckhart Tolle

Eckhart Tolle: La paz interior

Por Jordi Pigem

En medio de una cultura ensordecedora, Eckhart Tolle aboga por vivir el momento sin las ataduras del pasado ni los espejismos del futuro.

Eckhart Tolle y su perro

Hasta los casi treinta años, cuenta Eckhart Tolle, "viví en un estado de ansiedad casi constante, salpicado ocasionalmente por periodos de depresión suicida". Había nacido en Lünen, en la cuenca del Ruhr, un par de años después de la derrota de Hitler. Sus padres se separaron, y él se mudó con su padre a la costa alicantina. Allí, en la España de los sesenta, sin ir jamás a la escuela, leyendo libros junto al Mediterráneo, vivió sus teens, esa crucial etapa formativa que va de los trece a los diecinueve años. Ingresó luego en la Universidad de Londres, pasó a Cambridge para hacer un doctorado sobre literatura latinoamericana y allí, a los veintinueve años, tocó fondo.

"Me desperté muy temprano con una sensación de pavor absoluto... más intenso que nunca". Pensó "no puedo vivir conmigo". Y entonces comprendió. Comprendió aquello a lo que apuntan el taoísmo, el zen y luminares europeos como el maestro Eckhart, cuyo nombre adoptó (antes respondía a Ulrich). Comprendió lo que intentaron expresar Aldous Huxley, Krishnamurti y Alan Watts, algo tan simple como imposible de asir con palabras, y que sin embargo él transmite con una claridad insólita, invitándonos a vivir en el aquí y ahora, libres del peso del pasado y de los espejismos del futuro, libres de ese noventa por ciento de la actividad mental que es mero ruido, repetitivo e innecesario.

Conciencia humana

El poder del ahora - Eckhart Tolle

Tras aquella experiencia transformadora Tolle dejó las eruditas aulas de Cambridge. "No tenía relaciones, ni trabajo, ni hogar, ni una identidad social definida. Pasé casi dos años sentado en los bancos de los parques en un estado de intensa alegría." Se trasladó a Vancouver, en la costa pacífica del Canadá, donde sigue viviendo, y durante dos décadas fue puliendo su conocimiento del mundo y de la mente. Cuando escribió El poder del ahora su amiga Connie Kellough, consultora empresarial, quedó tan impresionada con el manuscrito que dejó su trabajó y se volcó a crear una editorial para publicarlo, convirtiéndose en best seller mundial con más de un millón de ejemplares ya vendidos y versiones en cerca de cuarenta idiomas. Han seguido dos secuelas: Practicando el poder del ahora, selección de extractos de la obra anterior, y El silencio habla, de estilo meditativo, al modo de los antiguos sutras de India, con sentencias breves y aforismos reveladores.

El núcleo de El poder del ahora ha sido expresado antes, en diversas culturas y épocas, pero Tolle lo transmite a la mente contemporánea con una transparencia encomiable y en el contexto de nuestras cuestiones sociales, culturales y ecológicas. En psicología no sólo está al día, sino que acuña sus propios términos clarificadores, comprende a fondo la psique masculina y la femenina (lo que le lleva a afirmar que, en general, "las mujeres están más cerca de la iluminación") y desata complejos nudos de las relaciones de pareja (su capítulo sobre el tema vale más que muchos volúmenes publicados). Pese a la primera impresión, Tolle de superficial no tiene nada. Se le nota, incluso, la influencia de Heidegger, por ejemplo con su uso de la palabra Ser para lo que otros llaman Tao, Dios o Vacuidad. A través de Connie me puse en contacto con él, rastreando su conexión ibérica, y confirmó la huella heideggeriana, añadiendo que el pensador de Todtnauberg se quedó a medio camino por su enfoque meramente conceptual. Al fin y al cabo, dijo, "el Ser no se deja atrapar por la mente".

Tolle considera que nuestra cultura, pese a sus prodigios, "ignora casi completamente todo lo verdaderamente importante", y que hay "una profunda vena de demencia que atraviesa la psique colectiva humana". Por ello "la transformación de la conciencia humana ya no es un lujo... sino una urgente necesidad para que la humanidad no se destruya a sí misma". Hoy "se está acelerando tanto la disfunción de la vieja conciencia como el surgimiento de una nueva. Paradójicamente, las cosas están yendo a peor y mejor a la vez, aunque el empeoramiento es más aparente porque produce mucho ruido". En las primeras horas del Ulises afirma Stephen Dedalus: "La historia es una pesadilla de la que trato de despertar". Seguimos tratando de despertar, mientras la historia se torna más compleja y desconcertante (como el Finnegans wake). A Stephen y a Joyce, como a todo el mundo, les hubiera encantado lo que hay más allá del monólogo interior, en los remansos del torrente de la conciencia. Las obras de Tolle son una excelente guía a la paz interior.