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Extractos - Jan Kersschot

Nadie en casa

Introducción y extracto primer capítulo

Por Jan Kersschot

Si estás buscando la llave de la Liberación,
tengo una buena y una mala noticia que darte.
La mala noticia es que no hay llave para la Liberación.
La buena noticia es que han dejado la puerta abierta.

Nadie en Casa

Puedes usar este libro como una iniciación a un nuevo modo de ver, al reconocimiento de que hay otra posibilidad que lo transforma todo. Cuando dejamos de lado toda creencia y rumor, y averiguamos por nosotros mismos, podemos saborear esta esencia que no precisa ni de lo religioso ni de lo filosófico. No tenemos que hacernos especiales ni espirituales para revelar este secreto abierto: todo el mundo está invitado a venir a Casa. Y escribo Casa con "C" mayúscula para resaltar su cualidad infinita e impersonal, no para sugerir que es algo sagrado o exclusivo. La liberación hacia la que apunto en este libro no es únicamente para los santos y los afortunados: está al alcance de todos nosotros. El lector descubrirá que nadie está excluido: la esencia del mensaje está aquí mismo, a tu disposición y también a la mía. Y aunque nunca he tenido una experiencia mística hay una visión que quiero compartir contigo en este libro. Algo completamente simple y al mismo tiempo capaz de poner fin a tu búsqueda espiritual.

Si piensas que eres un buscador espiritual que trata de encontrar la verdad omniabarcante, te invito a examinar más de cerca tu búsqueda espiritual. Te preguntaré dónde crees que vas. También te invitaré a comprobar si verdaderamente hay un buscador leyendo estas palabras. Y la aclaración de todo este asunto, por ejemplo la desaparición definitiva de tus conceptos sobre una iluminación proyectada en el futuro, puede hacer estallar tu mente.

No obstante, no puedo garantizarte que la lectura de este libro vaya a aportarte nuevas comprensiones espirituales ni que vaya a resolver tus problemas. No te prometo experiencias místicas ni logros personales en el camino espiritual. Si recibes la gracia de tener experiencias trascendentales en tu vida, disfrútalas mientras parecen ocurrir, pero olvídalas en cuanto puedas. En estos asuntos, reivindicar sucesos trascendentales para uno mismo es una trampa sutil. Cuando se reduce lo Impersonal a algo personal, la Gracia se convierte en maldición. Y lo mismo ocurre cuando lees acerca de las experiencias místicas de algunos maestros espirituales. Si te comparas con ellos, vuelves a estar atrapado. Déjame que te diga que todas esas aventuras personales a las que se refieren los "héroes espirituales" no son relevantes: son alimento para la mente pensante, y un modo muy inteligente que tiene el ego de posponer su propio desenmascaramiento. Cuando haces eso, sólo te estás engañando a ti mismo. Lo que somos no puede ser personalizado; "Ello" no puede ponerse en un futuro estado proyectado. Sin embargo, si verdaderamente se abandona el hábito de "personalizarlo", de proyectarlo en el futuro, es posible reconocer la Conciencia que está siendo testigo de todo esto. Entonces, tu búsqueda espiritual puede llegar a su fin. No puedes reivindicar nada, nada has conseguido. Todo ocurre más allá de tu control. En cualquier caso, hay Libertad, porque ahora la simple vida diaria es suficiente. Y no hay ninguna necesidad de potenciarla con "material" religioso o espiritual. De algún modo vuelves al punto de partida.

Entonces, ¿qué sentido tiene todo esto? En realidad no tiene ningún sentido, excepto que abandones la tensión de perseguir un ideal. Comprendes el sinsentido de intentar mejorarte a ti mismo, porque "tal como eres" eres la expresión divina. No hay necesidad de ceremonias religiosas ni de ejercicios espirituales. Quemar incienso es tan divino como esperar el autobús o pasear por el parque. Ahora entiendes que no es necesario estar continuamente en un estado sin ego expresando el amor divino. Te das cuenta de que no hay necesidad de conseguir poderes superiores ni de abrir el tercer ojo. Y es una liberación comprender que nada puede ser excluido: ahora los momentos normales son iguales a los momentos de dicha. La esperanza de "iluminarse algún día" desaparece completamente porque la vida —tal como se te presenta ahora mismo— es "Ello". Sentarte aquí y leer esto es tu manera de expresar el Infinito. ¡No tienes que hacerte sagrado!

Y así vuelves al juego de la vida cotidiana, dándote cuenta de que no puedes ir a ninguna parte para encontrarlo. Todos tus antiguos esfuerzos por alcanzar la libertad espiritual parecen ahora un gran chiste. ¿Cómo puede otra persona enseñarte a ser lo que eres? ¿Quién puede enseñarte el camino de vuelta a casa si ya estás en Casa? Y si estás buscando lo omniabarcante, ¿dónde vas a ir si ya está por todas partes? Simplemente no hay escape. Si el infinito es intemporal, ¿por qué sigues buscando? Y si finalmente se reconoce que no hay buscador, ¿quién hará la búsqueda? ¿Quién sigue estando ahí? ¿Ves?, no es que tengas que ir a Casa, sino que es la Conciencia la que se redescubre a Sí misma. De modo que no hay nadie yendo a Casa: la Conciencia ya está en Casa.

JAN KERSSCHOT, enero de 2002

Nuestra verdadera naturaleza

A lo largo de la historia humana, todos los grandes místicos han repetido que podemos vislumbrar nuestra Verdadera Naturaleza si somos capaces de abandonar los conceptos que tenemos respecto a nosotros mismos y simplemente nos ceñimos a las pruebas ofrecidas por la experiencia directa. Insisten en que podemos sentir sinceramente el reto de despertar a la esencia profunda, y que sólo hallaremos la plenitud después de redescubrir lo que denominan "nuestra verdadera identidad". Lo llamamos redescubrimiento porque no descubrimos algo nuevo, sino que volvemos a casa, a lo que siempre ha estado allí: la conciencia del momento presente (1). Y tal vez veamos que esta conciencia del momento presente es la esencia de nuestra vida. En ese momento nos damos cuenta de que esta esencia profunda también es la fuente de la verdadera plenitud.

Pero siguen quedando algunas preguntas. ¿Podemos creer a los místicos y videntes cuando dicen que esta Verdadera Esencia es la fuente de realización en el momento presente? ¿Existe realmente esta esencia más profunda? ¿Qué pasaría si todo esto sólo fuera un nuevo sistema de creencias? ¿Existe realmente la denominada verdad mística que va más allá de los conceptos mentales? ¿Sería posible que personas normales, como tú y como yo, descubriéramos este Secreto? Si verdaderamente queremos explorar este asunto, tenemos que empezar de cero. Hay preguntas extremadamente simples que necesitan respuesta. Aquí hay unas pocas para empezar. ¿Qué hace posible que seamos conscientes de nosotros mismos? ¿Quién es la persona que nos consideramos? ¿De dónde vienen nuestros pensamientos? ¿Cuál es el núcleo de nuestra existencia?

De esto trata el presente libro, de permitir el reconocimiento directo de nuestro centro más profundo, de tomar conciencia del fundamento mismo de nuestro ser. Los místicos y santos dicen que esta Esencia es la fuente de la verdadera plenitud, y sugieren que toda persona es capaz de alcanzarla. Veremos si esto es realmente así o no. Aunque puede parecer temerario y ambicioso, en este libro queremos afrontar el desafío de no limitarnos a hablar o pensar en esta Esencia, sino de verla realmente. Esperamos poder realizar este viaje gracias a una serie de experimentos de conciencia (2). La parte práctica es para aquellos lectores que han olvidado completamente su verdadera naturaleza. Por muy listos o espirituales que se crean, pueden necesitar estos recordatorios artificiales para saber de qué estamos hablando. Estos experimentos pueden permitirles redescubrir la diafanidad y transparencia de su "propia" conciencia, y a algunos les parecerán imprescindibles para entender las páginas que siguen. Los experimentos sólo requieren que estemos dispuestos a indagar en nuestra propia conciencia hasta llegar al fondo. Cuando traspasamos la línea, vemos una Transparencia que está más allá de nuestras capacidades mentales. Los místicos dicen que es entonces cuando vemos nuestra Verdadera Naturaleza.

¿Cómo podemos ver nuestra Verdadera Naturaleza? ¿Nos enseñaron el camino nuestros padres y profesores? ¿Pueden la filosofía o la religión ofrecernos la llave? ¿Son la contemplación, la oración o la meditación las herramientas adecuadas para ir más allá de la rueda de la vida? ¿Nos permitirá la dedicación espiritual alcanzar la salvación? En todas las partes del mundo se han desarrollado prácticas espirituales para ayudar al individuo a redescubrir el carácter infinito de nuestra verdadera naturaleza. Parece haber muchos modos diferentes de cruzar este río, y algunos de ellos dan la impresión de ser contradictorios. Por otra parte, parece que sólo unos pocos individuos son capaces de atravesarlo.

[...]

Ver nuestra verdadera naturaleza

Desde tiempo inmemorial, todo tipo de sistemas religiosos y filosóficos han abordado las cuestiones fundamentales. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué implica decir "Yo soy"? ¿Por qué existe el sufrimiento? ¿Cómo podemos descubrir nuestra verdadera naturaleza? ¿Es utópico redescubrir la fuente de la paz interna, vivir la vida en el mundo desde esa perspectiva y finalmente mostrar a la gente el camino que lleva a esa fuente de verdadera satisfacción? Existen muchas historias sobre el paraíso perdido, sobre la creencia en un poder superior, sobre experiencias místicas, que ilustran esta búsqueda eterna. Y si hemos de creer a los místicos y videntes, esta "liberación" está al alcance de todos los seres humanos.

Siempre hemos tenido un deseo interno de elevarnos por encima de lo habitual, de superar las limitaciones del cuerpo humano. El arte ilustra de manera especial este deseo común de descubrir el misterio de nuestra existencia humana. Y aunque estas experiencias se presentan de formas muy diferentes, el terreno común siempre es el mismo. Cuadros, esculturas y textos religiosos originarios de distintas culturas y tradiciones suelen ser la expresión de este anhelo humano de salvación. Cuando admiramos las esculturas eróticas de los templos de Kajuraho, en el norte de India, percibimos claramente la serena expresión de paz interna, alegría y armonía que también reconocemos en las esculturas budistas de las paredes de Wat Yet Yot, el templo de las siete torres en Chiang-Mai, al norte de Tailandia. Una vez que hemos reconocido este ámbito común, también podemos "verlo" en un cuadro abstracto del siglo XX de Mark Rothko, o en un poema de Rumí, el famoso poeta sufí del siglo XIII.

Pero ¿significa esto que el secreto de la vida sólo está expuesto en lo religioso y en lo artístico? ¿Sólo es posible reconocer en lo místico y extraordinario esa Energía omniabarcante que parece ser el núcleo de nuestras vidas? Si estamos buscando lo universal, ¿cómo podríamos excluir nada ni a nadie? Este libro está pensado para los que sentimos que debe de haber otro camino que sea fácil y accesible para todos. Quienes encuentren demasiado teóricos los conceptos del filósofo, las visiones del místico demasiado exclusivas, y demasiado sagrados los senderos religiosos, pueden hallar en estas páginas lo que han estado buscando. En ellas se ofrece un planteamiento muy práctico, y no está dirigido a los creyentes, sino a los investigadores dispuestos a llegar al fondo de la cuestión. Algunos lectores también cruzarán la línea de fondo, llegando a un Espacio donde todas las palabras y los conceptos fracasan. En cualquier caso, este Espacio, esta Conciencia, no es algo que podemos "conseguir", y en cuanto hablamos o escribimos sobre ella la convertimos en un concepto. Estamos tratando de darle un marco, como hacemos con un cuadro, pero no es un objeto limitado que pueda ser enmarcado. La Conciencia no es algo que pueda ser poseído, no es un estado mental que pueda ser conocido por un buscador. En otras palabras: no es un objeto separado que pueda ser conocido por un sujeto. Por eso Lao Tse, cuando escribió el Tao Te Ching, empezó con estas palabras: El Tao que puede ser nombrado no es el verdadero Tao. Y seguidamente empezó a escribir...

Notas:
  1. Esta Conciencia debería diferenciarse de la atención. Nuestra atención puede deambular de un sentido a otro, o desplazarse arriba y abajo por nuestro cuerpo, ahora enfocándose en la lengua y después en una tensión muscular del cuello. La Conciencia es eso que es consciente de que la atención se ha desplazado de aquí hasta allí, de esto a lo otro. Nuestra atención parece moverse todo el tiempo, pero la Conciencia permanece quieta e inamovible. Dondequiera que estemos, cualquier cosa que aparezca en nuestra atención, allí está la conciencia, abierta a lo que es.
  2. He tomado prestados del filósofo inglés Douglas Harding la mayor parte de estos experimentos.
Fuente: Jan Kersschot. Nadie en Casa (Gulaab, 2005)