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Extractos - Swami Madhavatirth

Encuentros con Ramana Maharshi (II)

Por Swami Madhavatirth
El poder de la Presencia (I)

A modo de introducción, le pregunté al Maharshi si compartía las ideas del Vedanta sobre la creación promulgadas por Adi Shankaracharia, después de lo cual nos pusimos a analizar la visión del mundo de Sri Aurobindo.

Pregunta.―El Vedanta de Sri Shankaracharia acepta el principio de la creación del mundo para que los principiantes lo puedan comprender; sin embargo, para los avanzados, se plantea el principio de la no creación. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Maharshi.―

Na nirodhó na chotpattir.
Nabaddhó na cha sadhakahá.
Na mumúkshur na vai muktá.
Itiesha paramárthata.

Este verso pertenece al segundo capítulo [v. 32, vaithathiá prakárana] del Karika de Gaudapada [un comentario de la Mandukia Upanishad]. Lo que sugiere es que no hay ni creación ni disolución, que no hay esclavitud, ni nadie que haga prácticas espirituales, ni nadie que busque la liberación espiritual ni nadie que se libere: así es como lo ve el que está establecido en el Ser gracias a su conocimiento de la realidad.

Pregunta.―Sri Aurobindo opina que el cuerpo humano no es el último que se alcanza en esta tierra. Según él, uno no se puede establecer perfectamente en el Ser con un cuerpo humano, porque el conocimiento del Ser no opera en él de forma natural. Por lo tanto, tiene que traer a esta tierra el vigñánamaya sarira [el cuerpo compuesto de puro conocimiento]. (1)

Maharshi.―El conocimiento del Ser puede resplandecer perfectamente en el cuerpo humano, así que no es necesario ningún otro cuerpo.

Pregunta.―Según Sri Aurobindo, el vigñánamaya sarira no se ve afectado por ninguna enfermedad, no envejece y no muere si uno no lo desea.

Maharshi.―El cuerpo es, de por sí, una enfermedad. Desear la permanencia de esa enfermedad no es el objetivo del gñani. De todas formas, lo que uno tiene que hacer es dejar de identificarse con el cuerpo. De la misma forma que la conciencia de ser el cuerpo impide conocer el Ser propio, quien está convencido de que no es el cuerpo acaba liberándose aunque no lo desee.

Pregunta.―Sri Aurobindo quiere introducir la energía de Dios en el cuerpo humano.

Maharshi.―Conservar ese deseo después de entregarse significa que uno no ha conseguido entregarse completamente. Pensar que "si la energía suprema tiene que descender, debe hacerlo en mi cuerpo" no hará más que aumentar la identificación con el cuerpo. A decir verdad, no hay necesidad alguna de que se produzca semejante descenso. Cuando se ha destruido la idea de que "yo soy el cuerpo", el individuo adopta la forma del Absoluto y, en ese estado, no hay ni arriba ni abajo, ni delante ni detrás.

Pregunta.―Si el individuo adopta la forma del Absoluto, ¿quién queda para disfrutar de la dicha del Absoluto? Para poder disfrutar de la dicha del Absoluto tenemos que estar ligeramente separados de él, igual que la mosca que saborea el azúcar a una corta distancia.

Maharshi.―La dicha del Absoluto es la dicha de la propia naturaleza. No es algo que nazca ni que se haya creado. Cualquier placer que se cree está destinado a ser destruido. El azúcar, al no ser un ser sensible, no puede degustarse a sí mismo, y la mosca tiene que mantener una corta distancia para poder saborearlo. Sin embargo, el Absoluto es consciencia y conciencia: tiene la capacidad de aportar su propia dicha pero su naturaleza no se puede comprender sin alcanzarlo.

Pregunta.―Sri Aurobindo quiere traer a la tierra una nueva raza divina.

Maharshi.―Hay que comprender que todo lo que se pueda alcanzar en un futuro es transitorio: aprende a comprender adecuadamente lo que tienes ahora para que no tengas necesidad de pensar en el futuro.

Pregunta.―Sri Aurobindo dice que Dios ha creado distintos tipos de mundos y que va a crear otro nuevo.

Maharshi.―Nuestro mundo actual no es, de por sí, real. Cada uno ve un mundo distinto según su imaginación. ¿Cómo se puede garantizar entonces que ese nuevo mundo sea real? El jiva, el mundo y Dios son conceptos relativos. Mientras se mantenga el sentido de la individualidad ―del "yo"―, esos tres elementos seguirán existiendo.

Esos tres elementos surgen del sentimiento de individualidad del "yo", de la mente. Si detienes la mente, ya no siguen ahí, pero Brahman sí que permanece, igual que permanece y existe ahora mismo. Vemos cosas como consecuencia de un error y ese error de percepción se rectifica indagando sobre la verdadera naturaleza de este jiva. Aunque el jiva entre en la "supermente", seguirá estando en la mente pero, cuando la mente se entrega, lo único que queda es Brahman. Que si este mundo es real o irreal, que si es consciencia o es algo inerte, que si es un sitio para ser feliz o para sufrir... todos esos estados derivan del estado de ignorancia y no tienen ninguna utilidad después de la Iluminación.

El estado de atmanishta [estar anclado en el Ser], desprovisto del sentimiento de individualidad del "yo", es el estado supremo en el que no hay cabida ni para pensamientos sobre objetos ni para el sentimiento de individualidad. En ese estado natural de existencia-consciencia-dicha, no existe ningún tipo de duda.

Mientras uno se perciba a sí mismo como poseedor de un nombre y de una forma, Dios seguirá apareciendo con una forma. Sin embargo, cuando se alcanza la visión de la realidad desprovista de forma, ya no vuelve a haber distinciones entre el que ve, el acto de ver y lo que se ve. Ese tipo de visión es la naturaleza de la conciencia en sí, no dual y sin compartimentar ―es ilimitada, infinita, perfecta. Cuando surge en el cuerpo el sentimiento del "yo", se percibe el mundo. Cuando ese sentimiento no está presente, ¿quién queda para percibir el mundo?

Madhavatirth: Tras esta conversación, llegué a la conclusión de que Sri Maharshi no otorgaba ninguna importancia a ninguna teoría de la creación o de la evolución. En las conversaciones que mantuvimos, él siempre insistía en la unicidad e inmutabilidad del Ser o Brahman, que constituye la única realidad por excelencia, hacia la cual es imposible avanzar y en la cual no existen ni dualidades ni distinciones.

 

Pregunta.―¿Es real o falso el mundo?

Maharshi.―Mientras exista la mente, existirá el mundo. Durante el sueño profundo, al no haber mente, el mundo tampoco existe.

Pregunta.―Pero, mientras yo estoy dormido, hay otras personas que siguen despiertas y ven el mundo.

Maharshi.―Esas personas que están despiertas en ese momento forman parte del mundo [cuya existencia estás intentando demostrar] y, por tanto, lo que ellos digan no puede constituir una prueba admisible. En ese momento [mientras tú estás en el sueño profundo], [en primer lugar] hay que demostrar si esa gente existe o no: no se puede dar por sentada la existencia de algo que tiene que ser demostrado. Como su existencia se debe demostrar de forma independiente, resulta imposible encontrar dicha prueba. Los que están despiertos tienen una mente en movimiento y, por eso, ven el mundo. Por lo tanto, el mundo existe en función de la mente, pero no es algo que exista por sí mismo de forma independiente.

Pregunta.―¿Qué relación existe entre maya, el poder que nos hace considerar que el mundo es real, y el atman, la realidad en sí misma?

Maharshi.―Si un hombre sueña que se casa, el novio es real pero la novia es falsa. Cuando se despierta, sigue siendo el mismo de antes. De forma semejante, el atman nunca deja de ser tal y como es. Maya ni lo afecta ni lo contamina. No se casa ni con maya ni con anatman porque ya está pleno de por sí, mientras que la sustancia del mundo es irreal.

El "yo" individual es como el sueño de ese hombre. Cuando empieza a producirse, se activan la mente y los órganos sensoriales, que se detienen cuando el sueño se termina. La raíz de todas las cosas materiales que se perciben es ese "yo". Aham, "yo", es real pero ahámkara, el yo del ego, es falso.

Pregunta.―Tan erróneo como ver una serpiente en una cuerda es ver el mundo en Brahman.

Maharshi.―Así es, no es necesario seguir percibiendo algo que no es real.

Pregunta.―Es como decir que ese marco de ventana, que es de madera, no es distinto de la madera. Si uno es capaz de dejar de ver la forma que se le ha dado a la madera, entonces solo ve madera.

Maharshi.―Cierto.

Pregunta.―Alguien confunde una cuerda con una serpiente. Se puede argumentar entonces que, para que ese espejismo surta efecto, el individuo tiene que haber visto una serpiente de verdad en otro lugar y en otro momento, y tiene que habérsele quedado grabado el aspecto de la serpiente. Esa es la única forma de que se produzca el espejismo y, de esa misma forma, si se ve el mundo en algún lugar, el espejismo del mundo sólo puede aparecer en Brahman.

Maharshi.―Esa [analogía] se llama aniathá khíati [un argumento de la escuela Niáia de filosofía], pero no tiene validez alguna.

Pregunta.―En el alathá-shanti del Karika de Gaudapada [v. 97], se dice que, si queda el más mínimo vaidhármata bhava [actitud de que existe algo distinto del Ser], uno no puede establecerse en la unicidad y tampoco se puede rasgar el velo que recubre al Ser. En ese contexto, ¿cuál es el significado de vaidhármata?

Maharshi.―En ese verso, se debe interpretar el término vaidhármata como parichinna bhava [una actitud restrictiva].

Si lo que buscas es a Dios, él siempre está presente. Mientras uno no se percate de que el mundo es falso, no dejarán de brotar pensamientos sobre el mundo. Mientras se siga viendo la serpiente, nunca aparecerá la cuerda. La mente, que es la creadora del mundo, es incapaz de considerarlo falso. En el estado de vigilia sucede lo mismo que en el estado onírico. Sin la mente, no existe ningún mundo. Sin embargo, en el sueño profundo, al no haber mente, no hay mundo. Por tanto, no hace falta pensar en el mundo que la mente imagina. Lo que es nitia nivrittá [se elimina siempre, es decir, lo que no existe] no necesita que se piense en ello. Cuando un peluquero termina de cortarle el pelo a alguien, no se pone a contar cuántas canas había y cuántos cabellos eran negros, porque los tira todos. De igual forma, no es necesario ponerse a contar cosas imaginarias: basta con dejar de imaginar que son reales.

Para dejar de ver una serpiente en la cuerda, no hace falta matar a la serpiente. Por lo mismo, tampoco hace falta matar a la mente. Cuando uno se percata de la absoluta inexistencia de la mente, la mente desaparece. La experiencia que queda cuando no hay ni un sujeto que ve ni un objeto visto, es decir, ni tiempo ni espacio, es la experiencia auténtica.

Cuando soñamos, vemos una gran variedad de formas; consideramos una de ellas la "nuestra" y creemos que "yo soy eso". Si somos el creador del sueño, también somos tanto el protagonista en todas las formas que aparecen en el sueño como el protagonista con la forma que consideramos nuestra. El sujeto que sueña está convencido de que todas esas formas [del sueño] son reales y que unas formas son distintas de las otras; además, cree que él también tiene una forma determinada. No se da cuenta de que es el protagonista del sueño igual que las demás formas [que ve en el sueño]. Al despertarse es cuando se da cuenta de que todo lo que había en el sueño era él y nada más que él. De igual forma, el gñani sabe que el mundo [al no ser más que un sueño] nunca ha sido creado y que todo lo que existe, sea lo que sea, es su propio Ser, único e indivisible.

Pregunta.―En una joya de oro, tanto el oro como la joya en sí parecen reales. La única diferencia es que el oro, por sí solo, no presenta tanta belleza como la joya. Asimismo, tanto Brahman como el mundo parecen reales.

Maharshi.―Si te fijas tanto en el oro como en la joya, te das cuenta de que el material básico es el mismo en ambos casos. El nombre que se le da a una forma sirve para poder funcionar en la vida cotidiana: si tuviéramos a mano un montón de joyas de oro y le dijéramos a alguien: "Por favor, pásame el oro", no sabría lo que le queremos decir. De forma similar, solo existe un "yo", que es el mismo para todo el mundo pero, para funcionar a diario, no podemos decir: "Por favor, llama a ese 'yo'." Por esa razón, a un "yo" lo llamamos "Rarnachandran" y a otro "Krishna Lal". Sin embargo, no por eso dejan de ser un único "yo"

Pregunta.―Si un "yo" que esté en un determinado lugar llamara "yo" a otro "yo" que estuviera en otro sitio, nos haríamos un lío tremendo.

Maharshi.―En la vida cotidiana, si centras la atención en la realidad fundamental, no hay ninguna dificultad, pero la gente corriente se olvida de la realidad y considera que solo el nombre es real. Los distintos "yoes" no son reales. Solo existe un único "yo". El "yo" individual es como el centinela que está en un fuerte, es como el protector del cuerpo. En todas las personas, el verdadero dueño es exclusivamente el único "yo" verdadero. Cuando el "yo" individual se entrega al "yo" verdadero, [porque desaparece el sentimiento de ser un ente individual a quien "pertenece" el cuerpo], el individuo y sus posesiones desaparecen. El estado auténtico surge cuando, después de esclarecer qué pertenece a quién, el "yo" del ego se rinde a su auténtico dueño.

Pregunta.―Si estas enseñanzas se divulgaran por todo el mundo, no habría guerras.

Maharshi.―[No contesta].

  1. Esta es probablemente la traducción al sánscrito de Suami Madhavatirth del término "supermente", un concepto clave en la filosofia de Sri Aurobindo, cuyas enseñanzas implican que se puede evolucionar tanto física como espiritualmente. Corno demuestra la siguiente conversación, Sri Aurobindo sostenía que, cuando se evoluciona lo suficiente para llegar a ese estado, se alcanza la inmortalidad física.
Fuente: David Godman - El Poder de la Presencia - Vol 1 - Trompa de Elefante, 2011