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Extractos - J. Sithamparanathan

La convergencia de la ciencia y la espiritualidad

La Filosofía de la Existencia en Ramana Maharshi y la Ciencia Moderna
Por J. Sithamparanathan
El multiverso en el hinduismo

Actualmente, la visión de la realidad última, según la ciencia moderna y la espiritualidad oriental, es casi idéntica. El concepto védico de Realidad es el de una Existencia-Conciencia (Brahman) infinita y eterna, de la que el universo es una manifestación o proyección. La ciencia está muy cerca de esta posición. La teoría cuántica implica que la materia, en su esencia, es energía dinámica que muestra inteligencia en su operar. A su nivel más fundamental, la materia parece poseer "información" y actuar de acuerdo a ella. Asimismo, la teoría de la relatividad implica que la conciencia es la esencia del universo, puesto que el observador y los fenómenos que estudia están vinculados por la misma conciencia. El carácter cuantitativo del mundo físico depende del estado del observador y de su marco de referencia. Los creadores de la "teoría bootstrap" han reconocido que la conciencia humana debe incluirse explícitamente en las futuras teorías sobre la materia.

Tanto la visión mecanicista como la visión mística tienen su lugar en nuestra vida cotidiana: la primera para la ciencia y para lidiar con los problemas tecnológicos, y la segunda para abordar la vida de manera equilibrada y armoniosa. Más allá de las dimensiones de nuestro entorno sensorial cotidiano, los conceptos mecanicistas pierden su validez, y la ciencia ha tenido que reemplazarlos por conceptos holísticos muy parecidos a los empleados por los místicos. Así, la ciencia moderna ha descubierto que los conceptos encarnados en las filosofías religiosas orientales, aunque tienen poco valor para la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana, son extremadamente útiles para comprender los fenómenos a los niveles atómico y subatómico. Los conceptos de los místicos son claramente más fundamentales que los de la física clásica.

La razón por la que existe un claro paralelismo entre las visiones del mundo de los físicos y de los místicos no son difíciles de discernir. Ambos emergen cuando uno inquiere en la naturaleza esencial de las cosas (es decir, en los reinos más profundos de la materia en física) y en los reinos más profundos de la conciencia en el misticismo. En cualquier caso, uno descubre que la realidad es muy diferente de la apariencia superficial del mundo cotidiano. Así, los últimos avances de la física han hecho estallar el mito de la incompatibilidad entre el conocimiento objetivo asociado con la ciencia y el denominado conocimiento subjetivo asociado con la espiritualidad

Los paralelismos entre las visiones de los físicos modernos y los místicos también se deben a que comparten otros factores. Tanto en la física como en el misticismo, los métodos son totalmente empíricos. Los físicos derivan su conocimiento de los experimentos, mientras que los místicos lo hacen de sus comprensiones meditativas. Pero ambos son observaciones, y en ambos casos se consideran la única fuente de conocimiento. No obstante, el objeto de observación es completamente diferente. El físico mira a un mundo físico que está fuera de él y que depende de su conciencia corporal, mientras que el místico mira dentro y explora su conciencia a distintos niveles, siendo la conciencia corporal el más bajo de ellos. En el estado de iluminación o verdadero conocimiento, el místico experimenta directamente su verdadero ser o yo, que es uno con la Existencia-Conciencia infinita y eterna, la única realidad y el fundamento de todo el universo y de todas sus manifestaciones. El místico adquiere una conciencia intuitiva o visión de la totalidad y de la indivisibilidad del cosmos, que le incluye a él mismo.

Comprender la propia verdad en la verdad de la Realidad omnipresente, sin nombre ni forma, y ser uno con ella ―habiéndose resuelto en ella― es verdadero ver. (Cuarenta versos sobre la Realidad, verso 8.)

Expresado de otra manera, cuando uno adquiere una comprensión de la realidad de su propio "ser", esa misma realidad es conocida como la verdad de todo fenómeno.

Como expresa sucintamente el Vedanta Advaita:

Para experimentar la Luz del Espíritu, uno mismo tiene que ser ese Espíritu.

 

A diferencia del místico el físico emprende su investigación para indagar en la naturaleza esencial de las cosas mirando hacia fuera y estudiando el mundo material. Penetrando en niveles cada vez más profundos, llega a ser consciente de la unidad esencial de todas las cosas y eventos, y también de que él mismo y su conciencia son parte esencial de esa unidad. Así, tanto el místico como el físico llegan a la misma conclusión: uno, partiendo del reino interno de la conciencia, y el otro, del reino externo del mundo físico. En esta armonía de visiones, la ciencia confirma la antigua sabiduría védica: que Brahman, la realidad externa última, es idéntico a "Atma", la realidad interna.

Veamos algunos extractos de Talks* with Sri Ramana Maharshi (Conversaciones con Sri Ramana Maharshi)

* Los números de las Charlas son de la versión inglesa.

Los (objetos) del mundo físico surgen de donde tú mismo surges. (Por tanto, su sustrato es el mismo: la Conciencia Absoluta.) La aparente diferencia entre tú y el mundo sólo surge en referencia al cuerpo, y emerge con la conciencia corporal. Si diriges tu visión hacia dentro, la totalidad del mundo estará llena del Espíritu Supremo. Incluso las ciencias materiales remontan el origen del universo a cierta materia primordial, extremadamente sutil. (Charla Nº 199.)

El Uno, que es el único que existe, es la Realidad. Es la Existencia-Conciencia que aparece como el mundo, las cosas que vemos y nosotros mismos. (Charla Nº 186.)

El mundo es, en realidad, solamente espiritual (puro Ser-Conciencia). Como nos identificamos con nuestros cuerpos físicos, el mundo también parece ser físico; es decir, sustancia material. Pero "Eso" que existe sólo es espiritual; y se tomará conciencia de que es así si uno se da cuenta de que su verdadera naturaleza sólo es espíritu infinito. Entonces uno se libera de las limitaciones que impone los cuerpos densos o sutiles. (Charla Nº 328.)

El "jnani" (sabio), como el "ajnani" (ignorante), tienen la noción "yo soy el cuerpo.". Pero mientras que el "ajnani" piensa que sólo su propio cuerpo es "yo", el "jnani" sabe que todo (la totalidad del cosmos) es su cuerpo, puesto que el Ser "Brahman" es infinito. (Charla Nº 383.)

 

Las filosofías religiosas orientales nos proporcionan tanto una visión del mundo, basada en la experiencia mística directa de la Realidad, como los principios en los que se debe basar la acción en el mundo. En este contexto, una de las obras indias más conocidas y celebradas es el Bhagavad Gita. En tiempos recientes, el sabio Ramana Maharshi (1889-1950) dedicó su vida a propagar una Filosofía espiritual y una aproximación práctica a la vida que están más en concordancia con la era moderna. Incluye la práctica espiritual de la "auto-indagación" para realizar nuestra verdadera naturaleza y la del mundo combinada con la acción en el mundo en consonancia con la verdadera naturaleza de la Realidad. Uno está "en el mundo sin ser del mundo"; es decir, uno sigue su búsqueda espiritual interna, pero se adapta a las condiciones externas de la vida, anclado en la convicción intelectual de que tanto el propio cuerpo como el mundo sólo son apariencias ilusorias en lo Real. Según el Maharshi, la vida en el mundo no es un obstáculo para la práctica espiritual sostenida, puesto que el mundo sólo está en la mente, no fuera. Uno no tiene que renunciar al mundo para seguir la búsqueda del Ser. Y la práctica espiritual de la "auto-indagación", que requiere habitar continuadamente en el Ser, tampoco es un obstáculo para realizar el trabajo adecuadamente. Como no hay otra cosa que el Ser, toda actividad es reconocida como una manifestación del Ser. Por tanto, el trabajo se realiza con devoción y con plena atención, con una sensación de unidad con el trabajo y sin pensamientos que nos despisten y alejen nuestra atención de una absorción total en el trabajo. Realizamos nuestro trabajo al máximo de nuestras habilidades y en un espíritu desinteresado de adoración, reconociéndolo como la actividad de Dios.

A un nivel filosófico superior ―como la actividad es la manifestación armoniosa y dinámica de las energías del Ser uno e infinito en el plano relativo―, toda acción es reconocida como una propiedad intrínseca del Ser, y por ello tiene la naturaleza del Ser. Por tanto, toda acción es el despliegue de la Voluntad de Dios. Los actuales avances de la física moderna expresan una visión muy parecida en términos científicos. El yo individual es meramente el instrumento o canal para la acción. La consecuencia de esto es que cuanto menos limitado esté el instrumento o canal con respecto al Ser infinito, la acción procederá con menos limitación. El sentido del ego es lo que limita al Ser infinito; por tanto, cuanto mayor sea el ego, mayor es la limitación. Mahatma Gandhi expresó esta filosofía de la acción con las palabras siguientes:

A mí no me surgen preguntas. Después de todo, si Dios guía mis acciones, ¿qué debería pensar? ¿Por qué debería pensar? Incluso el pensamiento podría ser un obstáculo que se interponga a Su guía. (Charla Nº 646.)

La práctica de habitar en el Ser a través de la técnica de la "auto-indagación" reduce gradualmente el ego y, en proporción con dicha disminución, la manifestación del poder del Ser en la acción está menos obstruida. Por tanto, la sabiduría en acción consiste en rendirse al (o habitar en el) Ser, pues no hay impedimento para el operar de la Voluntad Divina, la fuente del poder que está detrás de toda acción.

Al tomar conciencia de que el Ser es la única Realidad, las acciones son vistas meramente como fenómenos que no afectan al Ser. Cuando el iluminado actúa, no tiene la sensación de ser el hacedor. Las acciones son espontáneas, y él sólo es un testigo de ellas, sin motivo ni apego. El aspirante espiritual también debería practicar tal actitud con relación a su trabajo, que entonces dejará de ser un obstáculo para la meditación. (Charla Nº 17.)

Las acciones mismas no producen ataduras; es decir, no hacen que te sometas a la ley del karma. Es la falsa noción "yo soy el hacedor" la que produce la atadura. Abandona esa noción, deja que el cuerpo y los sentidos hagan su papel y no interfieras (es decir, desinterésate de la acción, que sin embargo debe ser hecha con plena atención). (Charla Nº 46.)

Es posible realizar todas las actividades de la vida con desapego y considerar que sólo el Ser es real. Es equivocado asumir que si uno está fijado en el Ser, no cumplirá adecuadamente con sus deberes en la vida. Uno debe ser como el actor que se viste y actúa, e incluso siente el papel que está representando, pero sabe que no es el personaje, que en la vida real es otra persona. Asimismo, ¿por qué debería la conciencia corporal alterarte cuando sabes seguro que no eres el cuerpo sino el Ser? Nada de lo que haga el cuerpo debería distraerte de habitar en el Ser. (Day by Day with Bhagavan, p. 211.)

Cuando el Ser sea realizado, los fenómenos del mundo se mirarán con indiferencia. Uno actuará en el mundo como un actor en una obra de teatro, libre del apego a su papel. Toda actividad seguirá adelante tal como haya ordenado el Poder Supremo. El cuerpo completará la tarea para la que vino a ser. (Charla Nº 651)

Conociendo tu verdadera identidad, y habitando siempre en el corazón como el Ser supremo, desempeña perfectamente tu papel humano, saboreando cada dolor y placer en común con todas las criaturas. (Guru Vachaka Kovai, dicho 81)

Cuando se realiza el estado del Ser de manera real, permanente y sin esfuerzo, se descubre que no es inconsistente con las actividades comunes de la vida. Uno puede vivir libremente entre la gente porque su naturaleza como Ser es paz y felicidad. (Charla Nº 597.)

Quien está activo en el mundo, permaneciendo sin deseo (desapegado de la acción) y sin perder de vista su naturaleza esencial (como el Ser), sólo él es fiel a sí mismo. Es mejor realizar la propia tarea sin ningún sentido de autoría que renunciar a la acción y sentir que uno es un "sannyasi"; es decir, que ha renunciado al mundo. (Charla Nº 530.)

Desde el punto de vista de "jnana" o Realidad, sufrir en el mundo es un sueño, como lo es el propio mundo del que el sueño forma parte. Sin embargo, hasta que alcanzas "jnana" y despiertas de este sueño ―el mundo fenoménico ilusorio―, uno debe hacer servicio social aliviando el sufrimiento allí donde lo vea. Pero, aun así, esto debe hacerse sin sentido del ego; es decir, sin sentir "soy yo quien estoy haciendo esto". En cambio, uno debería sentir "yo soy el instrumento del Señor". Asimismo, uno no debe pensar "estoy ayudando a un hombre inferior a mí" o "él necesita ayuda y yo estoy en posición de ayudarle". Debes ayudarle como un modo de adorar a Dios en él. Todo servicio de este tipo es servicio al Ser, no a otra persona. No estás ayudando a nadie más, sólo a ti mismo. (Day by Day with Bhagavan, p. 80.)

Como corazón que habita dentro del corazón, sólo el Señor hace que todas las cosas ocurran como está ordenado. Por tanto, si permanecemos sin vacilar y de manera inherente en el Ser, todas las cosas procederán sin error ni obstáculo. (Guru Vachaka Kovai, dicho 473.)

Una de las comprensiones místicas más importantes es que la actividad ―el flujo constante de transformación y cambio― es una característica innata del universo. Como hemos visto anteriormente, está simbolizada por la danza de Shiva. El universo está involucrado en un movimiento y actividad incesantes, en un proceso cósmico continuo. Siendo uno con el universo dinámico, no es posible la inactividad, en el sentido de pasividad, por nuestra parte. El término "no-acción", tal como se usa en el pensamiento filosófico oriental en realidad significa abstenerse de la actividad que no está en armonía con el proceso cósmico continuo, de la acción que es contraria a la naturaleza. Mediante tal no-acción, uno está en armonía con el proceso cósmico, y sólo tal acción puede tener éxito.

 

La nueva visión de la realidad, que ahora comparten el misticismo oriental y la ciencia, provee la base para la transformación. Esta visión exige una profunda transformación personal y social que esté en concordancia con un cambio radical en nuestra percepción de nuestra verdadera naturaleza, nuestra verdadera relación con el mundo y el verdadero propósito de la vida en la Tierra. Este punto de vista totalmente nuevo formaría la base de un planteamiento diferente de la vida cotidiana y sus problemas, y también de las futuras instituciones sociales, sistemas económicos y tecnologías. Todos ellos serían tales que se entrelazarían para producir un orden mundial pacífico, armonioso, interdependiente y sostenible.

El rasgo más importante de la nueva visión es que el mundo se considera una totalidad integrada más que una colección de partes separadas. Este punto de vista ha recibido el nombre de "conciencia ecológica profunda" porque, como en la ecología, es una conciencia que reconoce la interdependencia y unidad fundamentales de todos los eventos y fenómenos, y el entrelazamiento de todas las partes (individuos, instituciones y sociedades) en una totalidad indivisible. Tal conciencia ―que está encarnada en el "sanathana dharma" o la filosofía perenne del hinduismo― ahora recibe el apoyo de la ciencia moderna. Su base es una percepción intuitiva de la realidad que va más allá del marco de la ciencia convencional hacia la conciencia de la unidad de toda vida; de la interdependencia de sus múltiples manifestaciones por la auto-consistencia de la totalidad, y de sus ciclos de cambio y transformación. Por tanto, en último término, la conciencia ecológica profunda es conciencia espiritual. Cuando se comprende que el espíritu humano ―el verdadero yo del individuo― es un modo de conciencia que no es otro que el Espíritu Supremo o Infinito, la Conciencia Eterna ―el sustrato y fuente del cosmos―, queda claro que la conciencia ecológica profunda es espiritual en su esencia más profunda. (F. Capra - El Tao de la Física, p. 358)

La filosofía espiritual perenne, encarnada por el hinduismo y las demás religiones orientales, provee un trasfondo espiritual consistente para la nueva visión de la ciencia. La mejor aproximación al desarrollo de la conciencia ecológica profunda y la acción de acuerdo a dicha conciencia es, por tanto, el desarrollo espiritual. Ramana Maharshi provee un camino directo y científico para alcanzar este objetivo...