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Extractos - Sri Nisargadatta Maharaj

El Conocimiento y la Realización del Sí Mismo

(Parte 1 de 4)
Por Sri Nisargadatta Maharaj Editado por Jean Dunn

En 1963 Jean Dunn editó y publicó 100 ejemplares de un folleto escrito por el mismo Maharaj titulado Self Knowledge and Self Realization (El Conocimiento y la Realización del Sí Mismo). Es una obra temprana de Nisargadatta, muy diferente de I Am That (Yo Soy Eso) y los libros posteriores.

 

1. La Visión Divina y el Devoto

Nisargadatta Maharaj

La visión divina significa conocimiento y comprensión cristalina de la energía universal. Dios y el devoto son uno, en su naturaleza misma el devoto es idéntico a Dios. Mientras uno no haya realizado a Dios, no sabe qué son la justicia y la injusticia. Pero con la realización el devoto viene a saber la distinción entre la justicia y la injusticia, lo esencial y lo contingente, lo eterno y lo evanescente, y esto lleva a su emancipación.

La visión divina elimina la individualidad; lo manifestado es claramente distinguido de lo inmanifestado. Cuando el sentido de individualidad es reemplazado por el de la consciencia impersonal el devoto sabe que él es pura consciencia. La manifestación es pura consciencia manifestándose a sí misma en todos los nombres y formas diferentes; el iluminado espiritualmente toma parte en ella juguetónamente, sabiendo que es sólo el juego de la consciencia universal.

El nombre y la forma del Santo iluminado espiritualmente experimenta los achaques y aflicciones de la vida, pero no su picadura. Él no es tocado ni perturbado por los placeres y aflicciones, ni por los beneficios o pérdidas del mundo. Él está así en posición de dirigir a otros. Su conducta está guiada exclusivamente por el sentido de justicia.

La vida temporal debe continuar, con todas sus complejas interacciones, pero el Santo es siempre consciente de que es sólo la consciencia pura la que se está expresando a sí misma en los diferentes nombres y formas, y que continúa haciéndolo siempre en nuevas formas. Para él, los insoportables acontecimientos del mundo son sólo un asunto manso e inofensivo; él permanece inamovible en los acontecimientos que sacuden al mundo.

Al principio las personas simplemente le ignoran por orgullo, pero sus experiencias subsecuentes les llevan hacia él. Dios, como justicia encarnada, no tiene ni relaciones ni pertenencias propiamente Suyas; la paz y la felicidad son, por así decirlo, Su único tesoro. La consciencia divina sin-forma no puede tener ninguna cosa de su propio interés.

Éste es el perfil temporal del Bhakta (devoto).

2. El Alma, el Mundo, Brahman y la Realización del Sí mismo

La consciencia de nuestro propio ser, del mundo, y de su fuerza primordial sustentadora son experimentados todos a la vez. La consciencia de nuestro propio ser no significa aquí la consciencia física de uno mismo como un individuo, sino que implica el misterio de la existencia. Antes de esto, en la ignorancia de nuestro propio ser, no hay ninguna experiencia de que Brahman esté aquí. Pero en el momento en que somos conscientes de ser, uno es directamente consciente del mundo y de Brahman también.

En la etapa anterior a esta conciencia cósmica, el Sí mismo y sus experiencias están limitados a la vida mundana. Esta vida mundana comienza con el nacimiento y termina con la muerte. Devenir conscientes de nosotros mismos, del mundo y de Dios a la vez es ciertamente un gran misterio. Es una ganancia inesperada; es un acontecimiento misterioso y absorbente, extremadamente significativo y grande, pero trae consigo la responsabilidad de la propia conservación, el sustento y el auto-desarrollo también, y nadie puede evitarlo.

El que lleva su vida sin preguntarse nunca quién o qué es él, acepta la historia genealógica tradicional como suya propia y sigue las costumbres religiosas y otras actividades de acuerdo con la tradición. Lleva su vida con la firme convicción de que el mundo estaba ahí antes de su existencia, y de que es real; debido a esta convicción, se comporta como lo hace, acumulando posesiones y tesoros para sí mismo, aunque sepa que cuando llegue la muerte nunca los verá de nuevo. Aunque sepa que nada de esto será recordado después de la muerte, su codicia y avaricia operan sin merma hasta la muerte.

3. El Conocimiento y la Realización del Sí mismo

Cuando concentramos nuestra atención en el origen del pensamiento, el proceso mismo del pensamiento termina; hay una pausa, que es agradable, y de nuevo el proceso comienza. Al volverse del mundo externo y gozar la felicidad sin-objeto, la mente siente que el mundo de los objetos no es para ella. Antes de esta experiencia, el insaciable placer de los sentidos desafiaba constantemente a la mente para satisfacerlos, pero desde su vuelta hacia dentro en adelante, su interés por ellos comienza a desvanecerse. Una vez que la felicidad interna es saboreada, la felicidad externa pierde su encanto. El que ha saboreado la felicidad interna es naturalmente amable y libre de envidia, contento y feliz con la prosperidad de otros, amigable e inocente y libre de engaño. Él está lleno del misterio y la maravilla de la felicidad. El que ha realizado el Sí mismo no puede infligir nunca dolor a otros.

4. La Vida Divina y el Supremo Sí mismo

Con amor y devoción sinceros, el devoto propicia a Dios; y cuando es bendecido con Su visión y gracia, se siente siempre feliz en Su presencia. La presencia constante establece una identidad virtual entre los dos. Mientras se busca la presencia del Alma Suprema, el Bhakta renuncia a todas las asociaciones en su vida, desde la más humilde hasta la mejor, y habiendo purgado su ser de toda asociación, obtiene automáticamente la asociación con el Supremo Sí mismo. El que ha obtenido la posición de la liberación ilimitada no puede ser disgustado nunca por otros, puesto que las gentes mismas son el alma auto-luminosa del Sí mismo, aunque sean ignorantes de ello.

En este mundo de variedad inmensa, los diferentes seres sufren de diferentes tipos de dolencias, y sin embargo no están preparados para abandonar el marco físico, ni siquiera cuando gimen bajo el dolor físico y mental. Si esto es así, entonces los hombres no serán tan cortos de vista como para evitar a su salvador, el alma iluminada.

Ese embalse rebosante de felicidad, el alma beatífica, confiere felicidad a las gentes solo por su benigna luz. Incluso la atmósfera alrededor de él alienta a las almas que sufren. Es como las aguas de un lago que nutren a las plantas y árboles alrededor de la orilla y la hierba y los campos cercanos. El Santo da alegría y sustenta la energía de las gentes alrededor de él.

5. El Aspirante y el Pensamiento Espiritual

El pensamiento espiritual es de lo más Alto. Esta búsqueda de lo más Alto es llamada la "primera mitad" por los Santos. Una comprensión adecuada de esto resulta en la visión de Dios, y finalmente madura en la certeza de la verdadera naturaleza del Sí mismo en la "última mitad".

El que toma la vía del espíritu comienza con la contemplación y la propiciación. Es aquí, por primera vez, donde encuentra algo de gozo en la oración y la adoración. En esta etapa preliminar obtiene la compañía de otros aspirantes. La lectura de las vidas y actos de las encarnaciones pasadas de Dios, de los Rishis, de los Santos y los Sabios, cantar las glorias del Nombre, visitar templos, y una meditación constante en éstos, resulta en las experiencias fóticas y fónicas de la vida mística; ahora sus deseos son satisfechos hasta un cierto punto. Pensando que ha tenido la visión de Dios, él intensifica sus esfuerzos de recordar tiernamente el nombre de Dios y Su adoración. En este estado de la mente, el Bhakta tiene bastante frecuentemente un vislumbre de su querida deidad, que él toma como la visión divina y está satisfecho con ella. En esta coyuntura, es seguro que llega a entrar en contacto con un Santo.

El Santo, y ahora su preceptor, le aclara que lo que ha tenido no es la visión real, la cual está más allá de estas experiencias, y solo puede tenerse por la Realización del Sí mismo. En este punto, el aspirante alcanza la etapa del meditador (sadhaka). Al comienzo, el sadhaka es instruido en los secretos de su propia persona, y del espíritu que mora dentro; el significado y la naturaleza del prana, los diversos plexos, la naturaleza y el surgimiento de la Kundalini, y la naturaleza del Sí mismo. Más tarde, llega a conocer el origen de los cinco elementos, su actividad, radiación, y méritos y defectos. Entretanto su mente sufre el proceso de purificación y adquiere compostura, y esto el sadhaka lo experimenta mediante el centro sutil profundo del "Morador interno" (Antaratman); él también sabe cómo y por qué está ahí, sólo que el elemento deiforme está encendido. Este conocimiento le transforma en la forma espiritual pura y eterna de un SadGuru que ahora está en posición de iniciar a otros en los secretos del espíritu. La etapa de la Sadhakeidad acaba aquí.

Como dijo el gran Santo Tukaram, "el aspirante debe poner incesantes esfuerzos en el seguimiento de la vida espiritual". Los pensamientos deben ser utilizados para el Conocimiento del Sí mismo. Debe estar alerta y vigilante para encontrar la naturaleza de este "yo" que está inmerso en los asuntos del placer y del dolor que surgen de la experiencia de los sentidos.

Nosotros debemos conocer la naturaleza del principio activo para que sus actividades no se extravíen. No debemos gastar nuestras energías en búsquedas inútiles, sino que debemos usar esas energías en la búsqueda del Sí mismo y obtener la identidad con Dios. La vida espiritual es tan grande, tan profunda, tan inmensa, que la energía palidece de insignificancia ante ella; y sin embargo, esta energía trata de comprenderla una y otra vez. Aquellos que tratan de comprenderla con la ayuda del intelecto están perdidos para ella. Es raro el que, habiéndose concentrado en la fuente atómica de la energía cósmica, goza de la felicidad de la contemplación espiritual. Pero hay muchos de aquellos que se toman a sí mismos por seres perfectos y espiritualmente inspirados. Ellos esperan que las gentes comunes les honren y respeten cada una de sus palabras. Las gentes ignorantes se apresuran hacia ellos buscando ayuda espiritual y para hacer sus ofrecimientos. De hecho, los pseudo-Santos están atrapados en una red de codicia, y, por consiguiente, lo que las gentes obtienen no son las bendiciones de la satisfacción, sino cenizas.

El auto-nombrado hombre de Dios, habla ad nauseam sobre temas espirituales, y piensa de sí mismo que es perfecto, pero otros no están tan seguros. Por otra parte, en lo que concierne a un Santo, los hombres están atentos a las maneras de servirle cada vez más, pero como el alma siempre contenta e impregnada de beatitud, no desea nada, se deja que ellos le sirvan a su propia manera, lo que hacen con entusiasmo, y nunca sienten la presión.

La grandeza es siempre humilde, dulce, silente y satisfecha. La felicidad, la tolerancia, la templanza, la compostura y otras cualidades afines deben ser conocidas por todos; lo mismo que uno experimenta estados corporales tales como el hambre, la sed, etc., así también uno debe experimentar en uno mismo, con igual facilidad, las características connotadas por la palabra "Santo". Lo mismo que, en un momento dado, sabemos con certeza que no necesitamos más sueño, ni mas alimento, así también nosotros podemos estar seguros de las características mencionadas arriba por experiencia directa. Uno puede reconocer entonces su presencia en otros con la misma facilidad. Ésta es la prueba y la experiencia de un líder espiritual probado.

6. El Realizado

El realizado bienaventurado ve claramente la diferencia entre sus características antes y después de la realización. Todo lo que es transitorio tiene un origen en el tiempo y está sujeto al cambio y la destrucción, mientras que él es libre del cambio y no puede perecer nunca. El inmutable presencia el mundo siempre cambiante como un juego.

Todas las características del Santo brotan naturalmente de su experiencia. Como no quedan deseos en él, nada en el mundo de los sentidos puede tentarle nunca, y él vive en la majestad sin-miedo de la realización del Sí mismo. Él es movido a la piedad por la lucha infortunada de aquellos que están atados a la identidad corporal y a su esfuerzo por la satisfacción de sus pequeños intereses. Incluso los grandes acontecimientos del mundo son sólo líneas superficiales para él; el número de estas líneas que aparecen y desaparecen es infinito.

Los individuos son sólo los débiles trazos de estas líneas, y solo como tales líneas son reconocidos. Cuando los trazos se desvanecen, no queda nada para reconocerlos como individuos. El intervalo entre el momento de emergencia y la desaparición de una línea es lo que se llama vida. La línea borrada no puede ser vista nunca de nuevo.

El Santo que tiene experiencia directa de todo esto es siempre feliz y libre del deseo. Él está convencido de que la más grande de las experiencias de los sentidos es sólo un asunto momentáneo, y que la impermanencia es la esencia misma de estas experiencias; por consiguiente, el dolor y la aflicción, la codicia y la tentación, el miedo y la ansiedad no pueden tocarle nunca.