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Luis Granados

Lo que no se puede describir

Por Luis Granados 6 de diciembre de 2016
Luis Granados

Y si todo terminara mañana,
si cayera el telón por última vez,
todo quedaría resumido en una sola palabra:
Gratitud.

Jeff Foster

Intentar describir lo que no puede ser descrito

¿Cómo puedo escribir sobre "algo" que no puedo describir?
Escribir sobre "algo" parece que me esté refiriendo a alguna "cosa" y a lo que apunto desde aquí no es "algo" ni ninguna "cosa".
¿Cómo describir el silencio entre dos sonidos, entre dos notas musicales?
¿Cómo describir el espacio entre letras, entre dos palabras?

Puedo describir objetos situados en el espacio pero no puedo describir ese espacio.

Por ejemplo, puedo describir unos objetos que llamamos vehículos. Puedo describirlos en sus partes, sus componentes: ruedas, ventanillas, etc. Sus colores, sus diferentes tamaños, etc. puedo describirlos en grupos: coches, camiones, etc. Puedo describir sus características, el número de pasajeros que pueden llevar, la velocidad que pueden alcanzar pero lo que no puedo describir es el espacio donde aparecen. ¿Qué forma tendría ese espacio? ¿Qué color o colores? ¿Qué características más notables?

Bien podríamos decir que una de sus cualidades sería el vacío. ¿Qué forma tiene el vacío? ¿Qué color o colores?

Ahora pongamos la cualidad o característica de que dicho espacio vacío sea consciente. En primer lugar sería consciente de sí mismo como espacio vacío. Si aparecieran objetos en su presencia también sería consciente de tales objetos y también seguiría siendo consciente de sí mismo y cuando los objetos desaparezcan seguirá siendo consciente de sí mismo como espacio vacío.

Ahora, si dicho espacio se tomara o se confundiera así mismo por uno o varios de los objetos que aparecen en su presencia sufriría porque aparentemente se limitaría a sí mismo, se creería que nació en un momento dado y que en otro momento morirá y desaparecerá.

Puedo describir los recuerdos de mi primer beso de enamorado con sabor a salitre por la cercanía del mar, un sabor a salitre que después se mezcló con el sabor de la sangre tras un pequeño corte en el labio después del encontronazo de ese primer beso de enamorado, pero no puedo describir la presencia consciente que era testigo de lo que sucedía en su espacio vacío, del mismo modo que no pudo describir la presencia consciente que ahora mismo es testigo del tecleo en el teclado del ordenador. La presencia consciente de ese recuerdo no es otra presencia diferente de la que ahora es consciente de lo que escribo, solo ha cambiado el escenario, no el espacio donde todo aparece.

Se pueden utilizar metáforas y analogías que apunten a la comprensión de esa presencia de la consciencia aunque nunca serán del todo exactas. Se puede usar lo que conocemos para dirigir nuestra atención a su Fuente o, lo que es lo mismo, para girar nuestra atención hacía la presencia de donde emerge, pero no podemos conocerla como un objeto porque es lo que Conoce.

Por ejemplo, se usa la metáfora del espacio abierto y vacío del cielo como ejemplo de la presencia consciente y los pájaros o aviones que surcan dicho espacio como si fueran pensamientos y sentimientos, sensaciones y percepciones que surcan el espacio abierto y vacío de la presencia consciente, aunque no cambian ni modifican ni pueden dañar en modo alguno dicho espacio vacío.

Se puede describir una pantalla de cine o televisión física aunque difícilmente se puede hacer lo mismo con una pantalla sin límites ni dimensiones, sin colocarla en ningún marco conceptual o físico y esta última suelen utilizarla como metáfora de la presencia consciente maestros y escritores como Ramana Maharshi, Rupert Spira o Jeff Foster entre otros.

Ejemplos hay muchos y bien conocidos intentando describir aquello que no puede ser descrito, conocer eso que no puede ser conocido, ni por la mente ni por el cuerpo, ni por la persona ni por el personaje en una película donde no puede hallar la pantalla en la que aparece aunque esté hecho de ella.

Abierto a la inspiración

Simplemente estoy abierto a que la inspiración surja y se cristalice en forma de palabras que se encadenan para formar frases y a su vez estas formen párrafos, todo ello con la base, el sostén de la página en blanco.

Podemos describir palabras que evoquen cosas, objetos. Podemos describirlas como formadas por letras que a su vez también podemos describir. Lo que no podemos describir es la página en blanco donde aparecen, aunque, espera... ¿no la he descrito ya? La he llamado "página en blanco". Por un lado "página" y por otro "en blanco", o sea, una página con la cualidad o característica del color ―o ausencia de color o colores― que llamamos "blanco".

El "blanco" al que me refiero aquí es al blanco incoloro como un espacio abierto y vacío y como tal, no es el blanco de un color sino una "nada". Pero es una "nada" para la mente, para el pensamiento que la concibe sin cosas, sin objetos.

Si a esa "nada" le adaptáramos las cualidades de ser consciente y estar presente ya no sería una "nada" sosa, inerte sino que sería como el espacio abierto, vacío, presente y consciente de sí mismo y es a lo que llamamos presencia consciente.

Sin mente sin tiempo

Siento admiración y fascinación por sabios, maestros y autores que describen lo que no puede ser descrito.

Utilizan metáforas y analogías con lo que es conocido para apuntar, para señalar y dirigir nuestra atención a "eso" que en principio es incognoscible, aunque por un lado nos dicen que todo lo que expresan no es del todo preciso y por otro lado comentan que "eso" es más cercano que nuestra respiración.

Lo más sorprendente es que cuando las metáforas y analogías que utilizan suenan ya gastadas por su uso y repetición, no sabemos cómo ni dónde, hallan más ejemplos para así enriquecer nuestra comprensión y llevarnos a lo alto de la montaña aunque sea por un solo instante sin mente ni tiempo.

La presencia ilimitada y eterna de la consciencia

Puedo seguir describiendo objetos, cosas, pensamientos, sentimientos, sensaciones, estados... la búsqueda del bolígrafo que me facilite la escritura de estas palabras ―con las cuales, al menos en mi caso, sentía fascinación de niño, en la escuela, cuando las estaba aprendiendo, en sus formas, sus texturas...― hasta que la memoria hace acto de presencia y me indica dónde encontrarlo.

Y así estas palabras van fluyendo por la página en blanco...

Todo lo que puede ser percibido y descrito es pasajero. Algunas cosas parecen que están más tiempo que otras, como si perdurasen, como si le hubieran mostrado un guiño al tiempo y se hubieran hecho cómplices de él, aunque su presencia y perdurabilidad no es debida al tiempo, ya que éste también es algo percibido, sino gracias a la presencia ilimitada y eterna de la consciencia.

Es el tiempo el que aparece en ella, el que depende de ella para mostrarse y no al revés.

La integración de lo divino y lo humano

A primera hora de esta tarde he compartido un texto de Jeff Foster magistralmente traducido por Tarsila Murguía que comienza así:

"Como conciencia, como pura creatividad, eres ilimitado.
Sin embargo, como criatura, como ser humano, eres... limitado".

A Jeff Foster no le gusta mezclar "su enseñanza" ―por llamarla de algún modo― con las enseñanzas de otros maestros no-duales. Él ha encontrado su "camino del medio" aunque también hace incursiones tanto hacia la cima de la montaña de la divinidad como al más profundo valle de la existencia, lo ilimitado del ser, de la conciencia como lo limitado del ser humano mostrándose así como abrazando lo que nadie quiere afrontar.

Está bien ese equilibrio aunque haya muchos que no compartan su mensaje. De todas formas muchísimas personas resuenan con sus textos escritos de una forma tan poética y al mismo tiempo prácticos por lo que tanto gustan a unos y otros su forma de expresar la experiencia humana.

Al final llegamos a la comprensión de que la experiencia humana y la experiencia de la consciencia no son dos cosas distintas sino que se trata de una indivisibilidad bien presente, bien visible.

No te sientas culpable

No te culpes por los pensamientos negativos que tienes. Ese tipo de pensamientos son los que más nos predisponen a que nos culpemos por tenerlos, son los pensamientos que nadie quisiera tener.

No te sientas culpable. Los pensamientos son de la totalidad, no son tuyos y, en todo caso, habría que culpar a la totalidad aunque, espera..., si tú ya eres la totalidad. Tampoco te sientas culpable por eso y si te sientes culpable, tú, como totalidad, ve que eso también es un sentimiento que la totalidad admite en su ser, lo abraza, lo ama incondicionalmente y deja que se exprese con total libertad el tiempo que desee.

El amor es la ausencia de sepración

El pensamiento divide la intimidad de la escucha en un yo interior que oye y un pájaro o tráfico en el exterior que son oídos... pero la experiencia no sabe esto. Desde el punto de vista de la experiencia, tan solo hay la intimidad ininterrumpida, indivisible y pura de sí misma.

Esta intimidad absoluta de la experimentación pura, es lo que denominamos Amor.

Es la ausencia de distancia, separación u otredad. Ahí no caben dos cosas.

El Amor es la experiencia de la pura no dualidad.

Rupert Spira
Dibujo niña pintando
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A esta descripción que hace Rupert del Amor quiero añadir esta fotografía de un dibujo que vi ayer en una pared de mi localidad y que hoy he podido inmortalizar ―bonita palabra― con mi cámara de fotos.

En este caso el Amor es como la pared blanca que permite el dibujo de la niña y el juguete, la inseparabilidad entre ellos y la misma pared.

Vendría a ser como Yo Presencia Consciente permitiendo todo lo que aparezca en Mí, su inseparabilidad de este espacio vacío, además de la inseparabilidad entre los objetos que surgen ahí.

Solo la mente, un pensamiento, ve cosas y objetos separados donde no hay tal separación, y solo puede verlo así porque esa misma mente, ese mismo pensamiento, se cree separado.

Cae la lluvia

Cae la lluvia persistente mojando el pavimento aunque esa misma lluvia que cruza el espacio vacío no lo moja pues este no es algo objetivo.

Así son los pensamientos, sensaciones y percepciones, como gotas de lluvia que cruzan a través del espacio abierto y vacío de la presencia consciente sin marcarla ni transformarla de ninguna manera.