Ruta de Sección: Inicio > Colaboraciones > Artículo

José Miguel Ruiz Valls

La iluminación, sin misterios

Por José Miguel Ruiz Valls 26 de febrero de 2017
Jose Miguel

¿Qué me puedes decir sobre ese estado misterioso de la iluminación?

Que no hay ningún misterio. Decimos que algo es misterioso cuando nos resulta incomprensible ―o desconocido―. Pero si la iluminación es conocimiento, es obvio que no puede convivir con el misterio. Toda percepción de misterio evidencia una falta de conocimiento y, por tanto, una necesidad de indagar, de profundizar. No querer aceptar eso nos lleva a "creer", como si creer fuera otra manera de solucionar el problema. Hasta que nos damos cuenta de que son, precisamente, esas creencias que utilizamos como "parches", las que perpetúan la falta de conocimiento, e impiden, por tanto, la iluminación.

¿Estás afirmando que creer impide saber?

Creer y saber son estados mentales incompatibles. O se cree algo ―y no se sabe― o se sabe ―y no se cree―… O crees que mis zapatos son rojos ―y por tanto, desconoces realmente de qué color son― o sabes que mis zapatos son negros ―y por tanto, ya no puedes creer que son rojos―… Creer es un estado mental de ignorancia, y es la misma ignorancia la que causa el miedo. El camino a la iluminación parte del deseo de salir de ese estado de miedo constante, por tanto, el primer paso es reconocer la presencia del miedo pues ¿cómo se puede arreglar una avería de la que no se tiene noticia?

¿En qué queda pues el misterio?

¡En nada! El misterio no es más que un truco que emplea la mente para que lo obvio parezca incognoscible. Es una creencia, una mentira, con la que trata de mantener oculto lo que tienes ante tus narices, interponiendo un espejismo que no te atreves a mirar, que te da miedo. Es al mirar ese miedo cuando puedes ver que no es más que el aviso de avería. Un ser consciente no cree nada, pues donde no hay creencias no hay misterio, no hay espejismos, no hay miedo.

¿Se puede lograr, entonces, la iluminación?

Lo que no se puede es NO lograrla. Ahora bien, mientras la busques no la lograrás, eso es seguro, porque la iluminación es presente y toda búsqueda desvía tu atención al futuro. Si piensas que la iluminación está en el futuro, la buscas, y como das por supuesto que lo que se busca se puede encontrar, o no, te surge la duda de si se puede lograr, o no. Míralo de esta manera: todos estamos ya iluminados pero el estado de miedo constante que genera nuestra mente nos impide darnos cuenta. En el fondo, tú eres aquello a lo que prestas atención en cada momento. Si prestas atención en todo momento a la mente, y la mente genera miedo en todo momento, en todo momento eres miedo.

¿Será diferente mi vida cuando me ilumine?

¡Ves cómo es tu miedo el que te impulsa a hacer esa pregunta!.. Cuando te iluminas, tu vida cambia radicalmente. Estar iluminado es ser consciente de la verdad y eso te lleva a vivir verdaderamente. Dice la sabiduría popular que "un mentiroso debe tener mucha memoria"… Pues bien, al que vive en la verdad no le hace falta la memoria, para nada. La verdad siempre es coherente, por tanto, no hay ningún riesgo de que te contradigas, de que te confundas, diciendo la verdad. Eso te quita un enorme peso de encima. Tu vida se vuelve mucho más ligera, menos densa, menos material, o lo que es lo mismo, más espiritual. Tu atención se desplaza, del exterior al interior. Te sientes a gusto contigo mismo y eso hace que la soledad pase, de ser un problema, a ser una "necesidad".

Te quita el miedo, te lleva a apreciar la soledad… Todo parecen ventajas y sin embargo ¡noto algo que se resiste!

Sí, pero incluso esa resistencia revela que lo difícil no es iluminarse sino seguir oscurecido. Resistir es esforzarse y el esfuerzo lleva al agotamiento. En algún momento tendrás que dejar de resistir y entonces sabrás lo que es dejar de sufrir. No se trata de hacer sino de dejar de hacer. Imagina que te encuentras a alguien, protegiéndose con una sombrilla, que te pregunta ¿Qué puedo hacer para que me llegue la luz del sol?.. ¿Qué le dirías?..

¿Deseo la misma luz de la que me protejo?

Al vivir en un estado de miedo constante, todo se percibe al revés. Has intuido que, para salir de ese estado, hay que tirar la sombrilla pero eso la mente lo percibe como desprotegerse, como debilitarse. La mente desprecia el amor porque piensa que el amor le causa debilidad, pero es más cierto que lo teme, porque el amor pone de manifiesto la debilidad de la mente. Aceptar la verdad supone no aceptar la mentira. Iluminarse es conocer la verdad, el amor, ¡la luz!, y eso te lleva a tirar todas tus mentiras. Si tu relación se basó en una mentira ―si fue por interés ―, puede que te divorcies. Si la elección de tu profesión se basó en una mentira ―si fue por interés―, puede que la abandones. Eso, que no serían más que consecuencias del triunfo de la verdad, la mente hace que lo percibas como un fracaso. Lo hace para que no seas consciente de su debilidad, de su miedo. Es otro de sus trucos.

Será un truco, pero me parece muy poderoso

Mientras tengas en cuenta los juicios ajenos, temerás la iluminación, porque temerás que los demás piensen de ti que eres un fracasado. Uno deja de tener en cuenta los juicios ajenos cuando él mismo deja de juzgar, o lo que es lo mismo, uno se libera cuando permite que los demás sean libres. Así se puede entender, sin misterios, aquello de "no juzgues y no serás juzgado".

En resumen ―y dime si estoy entendiendo mal― me estás diciendo que, para iluminarse… ¡no hay que hacer nada!.. ¡Pero eso choca con todo lo que he aprendido hasta ahora en los cursos que he seguido!

Bueno, tú mismo estás admitiendo que no has progresado mucho. Hacer cursillos es otro truco de la mente para retrasar la iluminación. Si alguien te dice que, para iluminarte en el futuro, tienes que hacer un largo curso y pagar mucho dinero, tal vez lo hagas; pero si te dice que, para iluminarte ahora, debes empezar a decir la verdad, te costará mucho hacerlo, aunque sea gratis. Eso evidencia que, en realidad, tu mente está pensando en posponer indefinidamente la iluminación ―y no digo tú, digo "tu mente"―. Por eso has ido saltando de un curso a otro, de un libro a otro, de un maestro a otro… Siempre habrá nuevos cursos, libros y maestros que te permitirán posponerlo un poco más pero ¿cómo se puede compaginar tu deseo de conocer la verdad con tu deseo de conservar la mentira?.. ¿Quieres iluminarte ahora?... ¡Pues tira la mentira ahora!

¡Pufff!... Entiendo que tu método no te haya hecho muy popular

―¡Ni rico! Jeje… Pero entiéndelo bien. No estoy diciendo que los cursos, los maestros, los libros, no sean útiles ―Si he escrito esto es porque lo considero de utilidad― Lo que estoy diciendo es que no son imprescindibles. Pero si has decidido profundizar en tu consciencia, por alguna de esas vías, ya has empezado y dicen que cuando uno empieza, ya ha superado el 90% de cualquier tarea. En esto, como en todo, hay divulgadores honestos, que hablan desde su experiencia y otros que no lo son tanto, que repiten lo que aprendieron de otros ―que probablemente también eran repetidores―. Así es como nacen las creencias, los dogmas, las religiones.

¿Cómo reconocer pues a un auténtico maestro?

Tú sabes perfectamente que al iluminado solo se le puede reconocer por su lucidez… ¡Todo lo demás son misterios!.. Si dices que has conocido a falsos maestros es porque así lo quisiste. Fue tu miedo ―tu libre albedrío― el que te llevó a "elegir" una enseñanza menos ¿fulminante? Es el miedo el que "aconseja" alargar el camino y al hacerlo, prolonga el sufrimiento. Por tanto, el libre albedrío no es más que la posibilidad que tienes de equivocarte, de optar por el miedo, de sufrir. Nadie puede engañarte si no lo consientes. Así pues, no les odies, pues también fue su miedo el que les empujó a hacer lo que hicieron. El miedo lleva a la falta de honestidad, la falta de honestidad a la mentira y toda mentira es ocultación de la verdad. Eso te impidió a ti iluminarte pero también se lo impide al maestro deshonesto.

Solo me queda una duda: Si dices que la iluminación es inevitable, hagamos lo que hagamos… ¿No es contradictorio que digas también que las falsas enseñanzas la impiden?

Ninguna falsa enseñanza puede impedirla por siempre pero sí retrasarla ―Por eso le gustan tanto a la mente las falsas enseñanzas, porque le sirven de entretenimiento―. Que te lo hayan impedido, hasta ahora, no significa que puedan seguir impidiéndotelo. Hemos definido al falso maestro como aquel que no ha experimentado lo que enseña y repite, por tanto, lo que "cree" que fue experiencia de otros ―y también hemos dicho que creer no es saber―. Solo desde ese punto de vista podemos hablar de falsas enseñanzas pero no desde el punto de vista de la utilidad. En realidad toda enseñanza es útil ¿No fue el inventor de la bombilla el que dijo que, para aprender cómo hacerla funcionar tuvo que aprender mil maneras de cómo no hacerla funcionar?.. En realidad todos somos maestros de todos. Todos interactuamos procurándonos experiencias que, o bien restan miedo y socavan directamente la barrera que oculta la verdad; o bien van aumentando el miedo hasta hacerlo insoportable, con lo que, tarde o temprano, acabas reconociendo esa barrera que no quieres ver, lo que hace que surja el deseo de derribarla, de superar el miedo, ¡de reparar la avería! Entonces dejas de resistir, de "hacer fuerza" y la barrera deja de "existir" ―Eso es la rendición― … Cuando te iluminas, todo lo das por bueno porque la felicidad presente te lleva a perdonar cualquier pasado, al darte cuenta de que todo tuvo que suceder, tal como sucedió, para llegar a "saborear" ese estado feliz… Date cuenta de que, las mismas preguntas que tu mente formula para distraerte, porque tiene miedo, son las que te llevan a perder el miedo y a dejar de distraerte; por tanto, los mismos cursos, libros y maestros que te entretienen, te están resultando útiles. Cuando caes en el hecho de que fuiste tú el que deseó una enseñanza menos ¿fulminante?, te das cuenta de que ellos no fueron más que la realización de tu deseo. Seguro que has oído a muchos maestros decir que, para iluminarse, no hay que aprender sino desaprender. Así pues ¿Qué impide desaprender todo de golpe?

© José Miguel Ruiz Valls, 2017