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Leonardo D. Álvarez

Amor del Universo

El único paso

Por Leonardo Alvarez 6 de marzo de 2016

El terror de que no hay una meta, ningún lugar donde llegar, ningún objetivo; es ahora, no hay futuro ni pasado, es este vacío en este momento en donde no hay "yo".

Ese terror que tenemos a quedarnos aquí y ahora es el que nos impulsa a escaparnos de quedarnos en el misterio que somos momento a momento; buscamos algo que hacer, nos ponemos a pensar, buscamos algo para distraernos y no quedarnos en lo tan simple que es Ser.

Esta situación me recuerda aquel cuento sobre una persona que busca a Dios, golpea en varias puertas y no lo encuentra; hasta que llega a una casa y sabe que esa es la casa de Dios (Misterio, Ser), sube las escaleras sigilosamente y cuando llega a la puerta, sin darse cuenta pero superado por su terror, se da vuelta y baja las escaleras sin golpear la puerta y sigue el resto de su vida buscando a Dios por todos lados, pero siempre evita esa puerta en donde sabe que esta Dios.

Tenemos tanto miedo a terminar con nuestra infelicidad y sufrimiento, nos acostumbramos tanto a vivir con ello, que preferimos esa comodidad y "seguridad", y nos mentimos que buscamos y queremos cambiar pero nos paralizamos de miedo cuando vamos a dar el paso definitivo.

Desde nuestra perspectiva es bueno hacerse consciente de que estamos en este estado, pues esta conciencia nos da la posibilidad de enfrentar el miedo de una vez y no huir.

Y si logramos cruzar la puerta y entrar a la casa:

En ese lugar no hay nada, ni nadie, ni nada que hacer, soy el misterio momento a momento, aquí y ahora, no hay nada que buscar, no hay nadie que tenga la necesidad de buscar, llegué al hogar y soy el hogar, se terminó la esquizofrenia, la dualidad de la mente, Soy Eso, Eso Es y no hay separación; en el momento que me separo salgo de la puerta de la casa de Dios (Ser) y entro nuevamente en la desdicha de la mente en donde creo ser alguien separado. El "correcto recuerdo" es volver al hogar y salir de la única identificación con el yo separado.

Es muy sutil y al principio cualquier distracción nos saca de Eso pues tenemos años de práctica en vivir en la desdicha del yo separado y creer que somos eso.

En mi experiencia personal fueron 20 años de trabajo espiritual hasta que llegué a un momento crítico de anhelo, desesperación, tensión, a pensar que me iba a volver loco o no iba a poder, acompañado con la conciencia y el coraje que sostenían; y en el iceberg de la desesperación y tensión, al revisar que me estaba pasando, algo se quebró y quebró al terror y al miedo dándome la posibilidad de cruzar la puerta y "entrar en la casa de Dios" (Ser, Misterio, Eso).

Como dicen los Budistas Zen la práctica no hace al suceso, pero te predispone, y también te da un contexto y contención para integrarlo luego.

Todo suceso deja de tener continuidad, no hay nada más que esto que está sucediendo en este momento y no hay nadie separado, uno es eso mismo que Es.
No hay nadie que sea diferente a lo que es observado
No tiene nada de especial ni grandioso
es algo muy simple, es simplemente lo que Es.

Es la superación del último gran miedo; si lo comparamos con cualquier situación de la vida en la que tuvimos miedo de afrontar una acción y la amplificamos emocionalmente hasta casi paralizarnos, pero una vez que la traspasamos nos dimos cuenta de que no era tan tremenda como creíamos y que nos habíamos creado una historia, una película exagerada.

Comparándolo con esta situación el ultimo gran miedo es la amplificación primigenia en donde se creó la personalidad condicionada, el yo separado. Una vez que pudimos traspasar el último gran miedo nos dimos cuenta de que este yo separado era un engaño, no era real, en nuestra desesperación y miedo nos creamos un personaje ficticio que corría constantemente atemorizado y que tomó el mando de nuestra totalidad y dirigió nuestras vidas. Un personaje ficticio en la búsqueda de cosas ficticias; paradójicamente desde este personaje y esta búsqueda también llegamos al suceso de "darnos cuenta" de su irrealidad.

En el momento en que nos damos cuenta, el personaje desaparece y la vida es simplemente lo que Es, sin el personaje como ente único y separado, el alivio es tremendo, es la gota de agua que cae al mar, hay todo una estructura, resistiva, tensa, congelada que desaparece, no hay un yo que se libera, deja de existir el yo como ente separado y somos Liberación.

Pero Atención, el yo separado, la mente condicionada, siempre está al acecho para transformar esta experiencia en una nueva historia y una nueva identidad de "ser liberado". En cuanto nos distraemos disecamos, conceptualizamos y nos apegamos a la experiencia, y nos volvemos a engañar, y creyendo que somos libres estamos nuevamente en la cárcel de la separación y la desdicha.

Es muy sutil al principio la barrera entre Ser y "creer" que se es. Seguir realizando los ejercicios psico-espirituales cotidianos que me proveen de mayor energía para estar presente; invocar la atención y observación cuando siento o me doy cuenta que me estoy apegando, identificando nuevamente con el personaje ficticio, con el yo separado; es lo que me devuelve a Ser Real.

La sensación de desdicha, insatisfacción, ansiedad, angustia o miedo, es la señal de que me volví a identificar con el yo separado y que debo auto-indagarme para que con la luz de la conciencia pueda liberarme y abrirme a la vastedad de lo que Es.