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José Miguel Ruiz Valls

El único error

Por José Miguel Ruiz Valls 27 de febrero de 2016
Jose Miguel

Cuando nos atrevemos a quitarnos las anteojeras, lo que vemos nos induce a sospechar que "algo, en este mundo, no anda bien"... Y eso nos lleva a sospechar que nos equivocamos en algún paso, pero ¿En cuál?... No pudiendo responder esta pregunta, lo único que podemos hacer es desandar el camino hecho, vaciarnos de todo lo aprendido, a fin de poder cuestionar, una por una, todas nuestras creencias y poder encontrar el error. Es obvio que, para cuestionarlo todo, no hay que creer previamente en nada; por tanto, los que decidimos hacer esto, bien podemos llamarnos "no creyentes".

Pero hay otras personas, a las que se suele confundir con los "no creyentes", que niegan la existencia de cualquier Dios, lo que significa que no están dispuestos a cuestionar la existencia de ninguno. Son los ateos. Ellos opinan que si hubiera un ser divino, no habría creado personas con deficiencias mentales, y es solo un ejemplo pues, en realidad, aplican el mismo argumento a cualquier cosa que perciben como imperfecta, o "mala". Para ellos, cada "imperfección" o "maldad" demuestra la irrealidad de un Dios que, por definición, debería ser perfecto y bueno, y debería crear cosas perfectas y buenas.

A primera vista parece un argumento contundente, pero profundizando un poco, podemos advertir que se apoya en dos juicios de valor: la bondad y la deficiencia... ¿Qué es ser bueno?... ¿Qué es ser deficiente?... En realidad, lo que vienen a expresar el ateo con tal argumento es que "Si Dios existiera habría amoldado la creación a sus gustos personales, pues le disgusta que haya deficientes mentales, como le disgusta que haya "malos".

Aparte de que muchos familiares y amigos de personas etiquetadas como "deficientes" pueden albergar una opinión distinta, el argumento ateo da fe de lo arrogante que puede llegar a ser el ego al formular sus juicios. El ateo cree que puede ponerse en la mente de un Dios que, curiosamente, no cree que exista; y cree que podría ordenarle lo que tiene que hacer. En realidad, lo que hace el ateo es juzgar a Dios y condenarle a la inexistencia, por no colmar su expectativa. Pero la negación de Dios le comporta un gran problema, pues lo que nunca puede negar es la evidencia de esa creación que se despliega ante sus sentidos (No puede negar los animales, las plantas, no puede negar el sol, la luna...) ¿Cómo soluciona esto? Pues creyendo que todo lo que percibe es producto de la casualidad.

Si el ateo niega a Dios, con más razón negará la religión, que no es más que un supuesto medio para alcanzarle, pero no se da cuenta de que sus juicios los basa precisamente en la religión que le enseñaron (¿Dónde sino, aprendió a distinguir entre bien y mal, entre bueno y malo?) Si se diera cuenta, entendería que lo único que niega es la existencia de un señor barbudo que vive en las nubes, y en eso estamos de acuerdo, ya que los "no creyentes", tampoco creemos en ese señor.

Si se le pudiera mostrar una codorniz a Darwin (A los ateos les suele gustar su "teoría" porque también aboga por la casualidad), diría que su color es pardo para pasar desapercibido ante los depredadores, pero si se le mostrara un ave del paraíso, tal vez no sabría qué decir. No hace falta ser muy observador para darse cuenta de que, en la naturaleza, existen pájaros de muchos colores, más aún, existen tantas formas en el reino animal, que los cineastas lo tienen muy difícil cuando quieren fabricar un alienígena "original" para sus películas.

Llámese Dios o llámese Universo, si en algo estamos de acuerdo ateos, no creyentes y también creyentes, es que nos estamos refiriendo al infinito... ¡Y ahí está la clave!.. ¿Porqué existen incapaces?... Por lo mismo que existen pájaros de infinitos colores, por lo mismo que existen animales de infinitas formas, por lo mismo que existimos tú y yo; porque en un universo infinito hay una variedad infinita. Si faltara una forma, el universo dejaría de ser infinito y como la infinitud es inherente al universo, dejaría de haber universo.. ¡Fíjate lo importantes que somos que, sin nosotros, Dios no puede existir!

El ateo no puede negar esta infinita diversidad, y recurre al truco de negar que sea creación divina, reduciéndolo todo a una mera casualidad. La consecuencia de acoger tal pensamiento es que, él mismo, como parte de todo, también queda reducido a un producto del azar, a un "algo" incapaz de comprender el Universo e incapaz de comprenderse a sí mismo... ¡Y eso da mucho miedo!..... ¿Cómo es posible que una serpiente fabrique un veneno neurotóxico que los más eminentes científicos no saben fabricar?... ¿Cómo es posible que una flor fabrique un aroma que ningún perfumista puede igualar?

Puede que para el ateo el veneno de la serpiente sea un ejemplo de "maldad", una prueba de la inexistencia de Dios, pues seguro ha causado la muerte de muchos humanos, pero lo cierto es que también se utiliza para curar enfermedades cardiovasculares, por ejemplo. Al contrario, el perfume de las flores ha sido tenido por los humanos como algo agradable, y por tanto, "bueno"; pero lo cierto es que las plantas no lo fabrican con el propósito de que nos agrade sino con el propósito de engañar a los insectos, y en el caso de las carnívoras, para cazarlos. Un rayo puede arrasar una pradera pero en Australia las praderas se regeneran gracias a los rayos. Un volcán puede arrasar grandes extensiones pero gracias a ellos podemos veranear en las Canarias. Un meteoro puede arrasar el planeta entero pero gracias a uno, que extinguió a los saurios, podemos presumir de ser los actuales "amos del mundo".

Y es que Dios está más allá de lo bueno y lo malo, porque no está limitado por nuestros gustos, por nuestras creencias, por nuestros juicios. Dios es orden y caos, es todo y es nada, es la absoluta libertad creativa, y no puede estar limitado ni siquiera por él mismo. No intentes comprenderlo porque una mente limitada no puede comprender lo ilimitado. No intentes adueñarte de él porque eso es lo que hace el ego, intentar adueñarse de todo, intentar cambiar el universo entero al sentirse incapaz de cambiar su forma de percibirlo.

Todos tenemos nuestro ego, y por ello todos somos (o nos sentimos) incapaces, y todos sufrimos por ello... Y aunque, a primera vista, pudiera parecer que el sufrimiento adopta infinidad de formas, que la casualidad depara más sufrimiento a unos que a otros, y que, por tanto es injusto, y que, por tanto, es "malo", y que, por tanto, prueba la inexistencia de Dios, en realidad no es así; pues todo sufrimiento parte de la errónea percepción de sentirse separado, solo, aislado, abandonado en un Universo que nos resulta incomprensible, al haber acogido la creencia de que es fruto del azar... Pero por mucho que ese error nos haga sufrir, por muy perdidos que nos podamos sentir, nunca perderemos la capacidad de comprender que el sufrimiento es aquello que nos une a todos... ¡Y esa comprensión es amor!.. Ama y comprueba cómo el amor lo llena todo... y no deja resquicio alguno para el sufrimiento.

© José Miguel Ruiz Valls, 2016