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Biografías y Reseñas - Douglas Harding

Douglas Harding

Por José Manuel Lagunas
Douglas Harding

Con Douglas Harding abordamos un caso especial puesto que nos salimos de cualquier aproximación tradicional, en apariencia, pero que merece verdaderamente toda nuestra atención.

Procuraremos ser breves en los detalles biográficos que se encuentran detallados en las webs oficiales así que nos centramos en la aportación de su obra al conocimiento del verdadero ser.

Douglas Harding nace en 1909 y toda esta, vamos a llamarla vía sin cabeza de Harding, tuvo su origen un día en los Himalayas ante una suerte de revelación/inspiración/descubrimiento. Su relato comienza así: "El día mejor de mi vida ―dicho de otro modo, mi renacimiento― fue aquél en que descubrí que no tenía cabeza. No es una licencia poética, ni se trata de una frase ingeniosa dicha para despertar interés a cualquier precio. Lo digo en serio: yo no tengo cabeza". Eso es lo que descubrió ese día de 1942, a los treinta y tres años, observando el paisaje tras el simple hecho de dar un giro de la atención de 180º y "ver" que donde antes pensaba que estaba su cabeza se encuentra la nada/todo y, por ello mismo, descubrir por fin la respuesta a la pregunta "¿qué soy?" que durante años y especialmente los últimos meses le había absorbido y movilizado en una búsqueda apasionada.

La sorpresa de la inmediatez y obviedad de la respuesta fue tan enorme que desde aquel día se dedicó a profundizar en ese descubrimiento, a analizarlo escrupulosamente, y, en lo que nos concierne, a tratar de exponerlo a los demás. Simultáneamente se dio cuenta de que quizá el transmitirlo a los demás iba a ser la empresa más difícil y apasionante porque, ¿cómo iba a convencernos de que, en realidad, no tenemos sobre los hombros una cabeza? La primera obra escrita surgida de ese descubrimiento fue "La Jerarquía del Cielo y la Tierra: Un nuevo diagrama del Universo y del Ser Humano" por muchos considerada como su obra filosófica más importante. No obstante, veinte años después, escribió otras más pragmáticas que son precisamente las que más nos interesan.

Al mismo tiempo empezó a tratar de exponer esta visión verbalmente primero, claro está, a los amigos. Como nos cuenta lo que más le desconcertó fue que sus allegados más eruditos eran los más incapaces de entenderle y, la mayoría, simplemente le respondía: "pues no, no veo mi cabeza, ¿y qué?" No obstante no se desanimó pues estaba convencido que esa visión era a la que se referían los místicos aunque ellos la expresaran de manera metafórica y no "cruda" como él hacía.

Un hito importante ocurrió, tras varios años, al descubrir el budismo Zen. Allí sí que encontró en sus aforismos y relatos una clara correspondencia con su visión, por solo citar una quizá la más famosa de Hui-neng: "Mira cómo se ve en este mismo instante tu propia cara; la cara que tenías antes de nacer (tú y tus padres)". Una vez convencido de que estaba hablando de lo mismo que habían estado hablando los sabios del despertar y la iluminación empezó a encontrar equivalencias en otras tradiciones, empezando por la no-dualidad de Sankara y de Sri Ramana al que dedicó mucho tiempo de estudio y escritos. E, igualmente, comenzó a encontrar semejanzas entre su descubrimiento y los contemplativos cristianos.

Convencido ya de que su visión era el ver verdadero que han tratado de transmitir por siempre los sabios y maestros de todos los tiempos, Douglas Harding empieza a desarrollar lo que llama "experimentos", que no son otra cosa que ejercicios prácticos y muy simples, con los que cumplir una de sus máximas: "No crea lo que digo yo o le dicen otros, compruebe los hechos y vea por usted mismo. Sea usted su propia autoridad". Se empezó a crear un grupo interesado por esta visión instantánea y a lo largo de los años fue combinando esta transmisión, con su profesión de arquitecto y profesor de religiones comparadas.

De naturaleza entusiasta y carácter carismático viajó por todo el mundo impartiendo talleres en los que exponía la visión y, sobre todo, se hacía hincapié en la experiencia directa por medios de los ejercicios. Prácticamente hasta el 2007 que falleció siguió con esa labor pedagógica y divulgadora. Y, como decíamos al principio, aunque no estamos ante un maestro proveniente de un linaje tradicional sí que podemos decir que D. Harding fue un sabio en todos los sentidos que concedemos a esta palabra, es decir, supo con certeza la respuesta a la pregunta universal "¿qué soy?", y exploró y comunicó una manera peculiar y asombrosamente cercana de averiguar y verificar la respuesta.

En lo que concierne a la obra escrita nos dejó todo un magnífico legado que últimamente y gracias al entusiasmo, una vez más, de Pedro Rodea y la colección Ignitus (*), han sido publicados en español puesto que sólo existía en nuestro idioma, eso sí desde el 1994, un libro de Harding: "Vivir sin cabeza. Una experiencia Zen" al que se puede considerar ya un clásico de la literatura espiritual. Sobre este libro y el resto de novedades hablamos en las siguientes reseñas.


(*) Los libros traducidos por Pedro Rodea y publicados en la Editorial Sanz y Torres (Ignitus) han sido desautorizados por “The Shollond Trust” que ostenta los derechos de autor de las obras de Douglas Harding.

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