Ruta de Sección: Inicio > Colaboraciones > Artículo

José Miguel Ruiz Valls

¿Artículo original?

Por José Miguel Ruiz Valls 30 de enero de 2017
Jose Miguel

Esta ¿civilización? que llamamos occidental valora mucho la "originalidad". Es por eso, que todos los que se sienten mentalmente capacitados, se devanan los sesos tratando de inventar "algo" que parezca que no se parece a aquello que les sirve de modelo; mientras que, los que no se sienten capaces, se resignan a taladrar su cuerpo con piercings y/o tatuajes, o simplemente a disfrazarse con vestidos que parezca que no se parecen a los que ven a su alrededor.

En el fondo, todos pretendemos lo mismo: Llamar la atención, atraer miradas, provocar admiración, pues percibimos que ello eleva nuestra autoestima ―nuestro ego―. Es por eso que nos forzamos a seguir estrujando nuestra mente, para seguir siendo originales, para seguir llamando la atención, para seguir manteniendo alta la autoestima. Es por eso que nos obligamos a vivir en un esfuerzo continuo que, además, nos aboca a situaciones demenciales pues, por poner un ejemplo, aún diseñando un automóvil con una aerodinámica perfecta, pasado un tiempo, habría sustituirlo por otro modelo menos eficiente por la sencilla razón de que, pasado un tiempo, todo lo que inventamos deja de provocar admiración. Es así como, en esta civilización egoica, hemos puesto, sin darnos cuenta, la estética por encima de la utilidad. No por otra cosa se quejaba Julie de Lespinasse diciendo que "una mujer se desesperaría si la naturaleza la hubiera hecho tal como le adorna la moda".

Está claro pues, que esa idea de originalidad en la que creemos no es más que una cuestión estética, superficial, banal. Paradójicamente, en nuestro empeño por ser originales acabamos todos haciendo lo mismo: aceptando, como algo natural, que lo que hoy se considera original, mañana se considere convencional y tenga que ser reemplazado por otro invento original que, al cabo de un tiempo, también será considerado convencional pero, ¿acaso se puede vivir de otra manera?.. Hay constancia histórica de que hubo una civilización, en Egipto, que apenas cambió estéticamente en cientos de años… ¿Cómo lo lograron?.. ¿Pudo tener algo que ver el hecho de que no utilizaran dinero. Las monedas más antiguas que se han encontrado pertenecen a la época ptolemaica, cuando habían sido conquistados por los griegos… ¿Es posible que tenga que ver la búsqueda de la originalidad con la utilización del dinero?.. Si y No.

No, porque la búsqueda constante es la forma de funcionamiento normal de la mente, del ego. La mente busca y rebusca, no porque tenga intención de encontrar nada sino porque le resulta imposible dejar de pensar. Así, tan pronto percibe algo que le llama la atención, lo coge y lo transforma, para convertirlo en su propio invento original. No es más que una consecuencia de su creencia en la separación; de creer que "yo no soy igual que tú" y, por tanto, lo que yo tengo y lo que yo sé, no puede ser igual a lo que tú tienes y lo que tú sabes.

Si, porque, en esta civilización mercantilista, el dinero funciona como un indicativo "objetivo" del nivel de admiración y ello nos tienta, a todos, a querer transformar la admiración en dinero. Es por ello que estrujo mi mente, continuamente, para ser original, para ser el centro de atención, para que me admires, para que me compres ese "algo" que he inventado, para ganar dinero, para elevar mi autoestima ―mi ego―.

Pero lo cierto es que la palabra original deriva de origen ―del latín "origo", que se puede traducir por surgir, aparecer, nacer― y está emparentada con la palabra oriente ―el lugar por donde, cada mañana, nace el sol―. Ello apunta a que, la verdadera originalidad no es más que el regreso al origen, al momento del nacimiento, en el que nada tenemos y nada sabemos. Por tanto, para sentirse realmente original no hay que estrujarse la mente, no hay que hacer ningún esfuerzo sino todo lo contrario. Tan solo hay que dejar ir la necesidad de admiración, pues es lo que disminuye el ego y permite descender "la pirámide del tener" hasta su base, hasta el "ser". Porque es ahí donde se puede tomar consciencia de lo no fabricado, de lo no transformado, de lo no inventado, de lo que no utiliza modelos, de lo que es el modelo, el origen de todo. Ahí, donde todos los "seres"… ¡somos nada!

© José Miguel Ruiz Valls, 2017