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Rupert Spira

Nuestro ser esencial

Por Rupert Spira Barcelona - Febrero 2013 (III)

Rupert Spira: Dejadme que os dé algunas noticias desalentadoras sobre la iluminación. La iluminación no es ningún tipo particular de experiencia, no es una experiencia que pueda encontrarse en la mente, el cuerpo o el mundo. Si estamos buscando la iluminación en algún lugar o en algún momento, estamos entonces buscando en el lugar equivocado.

Imaginad que os sugiriese que os levantéis y deis un paso hacia vosotros mismos. ¿En qué dirección iríais? Cualquier dirección que adoptarais sería una dirección equivocada pero, al mismo tiempo, cualquier paso que dierais no os alejaría de vosotros mismos.

Si dijera: "Ve hacia la consciencia", "ve hacia aquello, sea lo que sea, que es consciente de tu experiencia"... ¿Hacia dónde irías? ¿En qué dirección? Y, ¿quién sería el que estaría yendo hacia esa dirección?

No pienses sobre esto, explora realmente tu experiencia. ¿Puedes dirigir tu atención a eso, sea lo que sea, que es consciente de tu experiencia? ¿Puedes volver tu atención sobre ella misma?

La atención es consciencia más un objeto. Cuando la atención cesa de ir hacia el exterior, hacia los objetos de la mente, del cuerpo y del mundo, fluye de regreso hacia sí misma y resplandece como pura presencia consciente.

Permite que tu presencia consciente descanse en sí misma, en tanto que sí misma, en lugar de ir hacia el exterior, hacia un objeto de la mente, del cuerpo o del mundo.

Éstas son las dos únicas posibilidades para nuestra atención. Una es ir hacia el exterior, hacia los pensamientos, sensaciones, sentimientos y percepciones. Y la otra es volverse hacia su propia fuente y disolverse en pura presencia consciente.

Es por el hecho que estamos habituados a poner nuestra atención en los objetos de la mente, del cuerpo y del mundo, que imaginamos que la iluminación es algún tipo de súper-extraordinario objeto y nos ponemos a buscar esa experiencia extraordinaria. De vez en cuando podemos encontrar experiencias extraordinarias pero, como todas las experiencias, van a desaparecer y nos dejarán en el mismo estado de búsqueda y en el mismo estado de infelicidad.

Más pronto o más tarde tendremos que tener la valentía y la claridad para ver que aquello que realmente anhelamos en la vida no es ningún tipo de objeto: No es ni un pensamiento, ni una sensación, ni un sentimiento, ni una percepción. Incluso el estado más maravilloso de expansión de la mente no es más que otro tipo de objeto sutil. Si estamos buscando algo en particular, estamos buscando en la dirección equivocada.

Pregúntate: ¿Qué es lo que hace el mirar? ¿Qué es eso que es consciente de todos los objetos de la mente, del cuerpo y del mundo? ¿Qué es eso que es consciente de las experiencias maravillosas y de las malas experiencias? ¿Qué es eso que es consciente de todo?

Eso no es una experiencia. Eso es íntimamente uno con toda experiencia, pero en sí mismo no es una experiencia; de la misma manera que la pantalla es íntimamente una con todas las imágenes, pero no es en sí misma una imagen.

Ser conscientemente eso, es la cosa más fácil del mundo, no se requiere el más mínimo esfuerzo para ser eso; de hecho, se necesitaría un esfuerzo del pensar y del sentir para pretender ser otra cosa que eso.

Esto es exactamente lo que el yo separado es: La pretensión de ser otra cosa distinta que la presencia de la consciencia.

Cada vez que el pensamiento afirma eso en una de sus excursiones al pasado o al futuro pregúntale: ¿Dónde vas? y ¿Por qué? Casi siempre nos dará la misma respuesta: "Estoy buscando un objeto que finalmente me haga feliz".

No intentes disciplinar este pensamiento que busca. Encuéntralo con tu comprensión; la comprensión de que la paz imperecedera no puede ser hallada en un objeto intermitente. Permite que ese pensamiento que busca, descanse en esa comprensión.

Aquello que es esencial en nosotros no puede ser retirado. Algo que es superfluo puede ser retirado, y sólo aquello que no se nos puede quitar constituye nuestra naturaleza esencial. Pregúntate: ¿Qué es eso?

Se pueden retirar los pensamientos. Cada vez que un pensamiento acaba, desaparece, pero nosotros no dejamos de ser; entonces, obviamente, los pensamientos no son esenciales en nosotros.

Lo mismo sucede con las sensaciones, las sensaciones corporales están continuamente apareciendo y desapareciendo, y toda sensación que hayamos tenido ha desaparecido; así que no pueden ser esenciales a nuestro ser.

Lo mismo ocurre con las percepciones; quiero decir, vistas, sonidos, texturas, gustos y olores. Todas éstas están siempre yendo y viendo, siendo añadidas a nosotros y después retiradas de nosotros.

Sucede lo mismo con las imágenes que aparecen en la pantalla y luego se retiran. La imagen no es esencial a la pantalla.

Pregúntate: ¿Qué es esencial a mi ser, a mi yo? No contestes "no lo sé"; aquello que sea que es esencial en ti jamás ha sido retirado de ti. Lo conoces más íntimamente que cualquier otra cosa. ¿Qué es eso?... Cuando todo lo que puede ser retirado es retirado, ¿qué es lo que permanece?

Pasar por alto este ser esencial y confundirse a sí mismo con una amalgama temporal de sentimientos y pensamientos es locura y es la enfermedad que sufre la gran mayoría de la humanidad.

Y, sin embargo, a lo largo de toda nuestra experiencia, nuestro propio ser está permanentemente habitando en sí mismo y en tanto que sí mismo. No está escondido o enterrado en el cuerpo-mente, sino resplandeciendo a plena vista en el corazón de toda experiencia. Así como la pantalla no está escondida detrás de una imagen, sino que está siempre resplandeciendo a plena vista, independientemente de la imagen. Ve que tu naturaleza esencial jamás es oscurecida por experiencia alguna.

Nuestros pensamientos y sentimientos parecen limitar nuestro ser esencial, al igual que las imágenes parecen limitar la pantalla en la que aparecen. De hecho, nuestro ser esencial de presencia consciente jamás está limitado por ningún pensamiento ni sentimiento; de la misma manera como ninguna imagen limita verdaderamente la pantalla, no la limita ni tampoco la oculta.

Permanece con tu ser esencial, no te pierdas en los objetos de la mente, del cuerpo o del mundo, no hay necesidad de cambiar o eliminar ninguno de estos objetos, deja que sean tal como son y tú permanece exactamente tal como eres. No te pierdas en un objeto.

Este ser esencial que somos es el único y verdadero refugio, es el único lugar en el que es posible encontrar auténtica paz. Buscar paz en cualquier otro lugar, quiero decir en la mente, el cuerpo o en el mundo, es algo equivocado. No es posible encontrar paz en un objeto temporal y finito.

El simple conocer de tu propio ser es el conocerse de sí mismo; es la única morada verdadera de la paz. Tu propio ser siempre está disponible en cualquier circunstancia, jamás está un paso más allá de la experiencia presente, está justo en el corazón de cualquier experiencia por difícil que sea. Tu ser, eternamente dichoso, siempre está resplandeciendo.