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Rupert Spira

La Naturaleza de la Consciencia

Por Rupert Spira Barcelona - Febrero 2013 (II)

Rupert Spira: En nuestros encuentros no se nos pide que creamos cualquier cosa, sin embargo, hay algo sobre lo que tenemos que estar de acuerdo: ¿Cuál es el patrón que vamos a utilizar para saber si algo es cierto o no? ¿Cómo vamos a juzgar si algo es cierto? ¿Vamos a basarnos y a confiar en lo que nos ha dicho nuestra cultura, nuestros maestros, nuestros padres?

Sugiero que no nos basemos en nada que no sea nuestra propia experiencia. Que, al menos, suspendamos todo aquello que creemos ser cierto; no tenemos que negarlo sino simplemente ponerlo en suspenso. Todo lo que hemos adquirido de nuestra cultura acerca de lo que somos, lo que es el cuerpo, la mente, el mundo. Poned todo ese conocimiento a un lado, y pongámonos de acuerdo en utilizar tan sólo nuestra propia experiencia como medida o patrón de lo que es real.

Reflexiona un poco acerca de esto. Si algo no es nuestra experiencia, ¿cómo podemos pretender legítimamente que es verdadero? ¿Sobre qué base justificamos eso que afirmamos? Si afirmamos que algo es cierto y, al mismo tiempo, que eso no es nuestra experiencia, entonces, esa afirmación tiene que ser a la fuerza una creencia.

Empecemos con este simple acuerdo: Utilizamos nuestra experiencia presente para dilucidar si algo es verdadero o real.

Hazte la pregunta: ¿Soy consciente de mis pensamientos? No es una pregunta trampa, es una pregunta muy simple. Confío que en todos los casos la respuesta es "sí". El pensamiento aparece, transcurre y desaparece, somos conscientes de él. ¿Cómo podemos estar seguros que somos conscientes de él? Es obvio, es nuestra experiencia. El pensamiento desaparece, pero yo, aquél que es consciente de él, permanezco.

Frotad suavemente vuestras manos o vuestros pies para crear una nueva sensación. Y hazte la pregunta: ¿Soy consciente de esta nueva sensación? La respuesta es obviamente "sí". Ahora la sensación ha desaparecido, pero yo, aquél que es consciente de ella, permanezco.

Tomemos una percepción del mundo; y ahora tendremos que esperar que el mundo coopere con esta meditación... Escucha el sonido de la música en el fondo... ¡Oh! El mundo está cooperando. Escucha el sonido del avión, es un sonido, ¿eres consciente de ese sonido?... Ahora, el sonido ha desaparecido –perfecto por parte del mundo pero yo, el que es consciente del sonido, permanezco.

Pensamientos, sensaciones y percepciones –mente, cuerpo, y mundo– aparecen y desaparecen. Pero yo, aquél que es consciente de ellos, no aparezco ni desaparezco con ellos. Yo permanezco presente a través de todas las experiencias.

Hazte ahora la pregunta: ¿Hay dos consciencias en mí? ¿Una que es consciente de la otra? Por supuesto, no. Hay una sola consciencia con la cual somos conscientes de nuestra experiencia. Si has seguido esta línea simple de cuestionamiento con tu experiencia, entonces será claro para ti que esta consciencia que somos, la consciencia con la que conocemos nuestra experiencia, es consciente de sí misma. Si no fuera consciente de sí misma no sabríamos que somos conscientes.

Cuando hago la pregunta: ¿Eres consciente? Todo el mundo debe contestar "sí". Para poder contestar "sí" tenemos que ir a la experiencia de ser consciente. Volvemos de esa experiencia y contestamos: "Sí, soy consciente de ser consciente".

Yo, consciencia, soy consciente de mí misma. ¿No es éste el hecho más simple, obvio, fundamental y claro de la experiencia? Esto no es una filosofía no-dualista extraordinaria o mística. Cada uno de los siete mil millones de nosotros podríamos haber seguido esta simple línea de razonamiento.

Éste es el primer paso. Yo soy la consciencia que conoce mi experiencia. Yo conozco, o soy consciente de mis pensamientos, sensaciones y percepciones; pero yo, presencia consciente, no estoy hecho de ninguno de ellos. Los pensamientos, sensaciones y percepciones aparecen y desaparecen; pero yo, presencia consciente, no aparezco ni desaparezco con ellos.

Ahora, el segundo paso. Una vez esclarecido, con certeza, que yo soy presencia consciente y que es la consciencia que es consciente de la consciencia, hazte la pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de esta presencia consciente? ¿Cuáles son sus cualidades, sus características? ¿Cómo vamos a encontrarlas? ¿Cómo vamos a saber cuáles son sus características?

La respuesta a cómo vamos a encontrarlas es simple: Vamos a nuestra experiencia de ser conscientes, lo cual es la experiencia simple de cada uno de nosotros, de todo el mundo; y nos hacemos esta pregunta: ¿Qué es lo que puedo conocer con certeza absoluta acerca de esta presencia consciente que yo soy?

El pensamiento hace la pregunta, pero preguntamos a la consciencia "qué sabe acerca de sí misma". No preguntamos al pensamiento qué es lo que piensa acerca de la naturaleza de la consciencia. Todos sabemos lo que el pensamiento tiene que decir acerca de nuestra naturaleza. El pensamiento afirmará que la presencia consciente es idéntica al cuerpo, nació en un momento determinado, en un cierto lugar, está continuamente envejeciendo, cambiando, moviéndose, y un día desaparecerá o morirá.

Pon todas estas creencias a un lado y ve a tu experiencia de ser consciente. Pregúntale a la presencia consciente cuál es la experiencia que tiene de sí misma.

El pensamiento hace la pregunta pero no la responde; permite que la consciencia, aquella que es consciente de si misma, sea quien responda. Después utilizaremos de nuevo el pensamiento para formular, para expresar los resultados de este experimento.

De nuevo, ahora, vuelve a la experiencia de ser consciente y hazte la pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de esta presencia consciente? ¿Qué es lo que puedo decir acerca de ella que sea absolutamente cierto?

Ahora con mucha precaución y cuidado vamos a empezar a formular los resultados de nuestro experimento, de nuestra experiencia. Lo primero que la presencia consciente puede afirmar de sí misma es: "Estoy presente". O simplemente: "Yo soy". La segunda cosa que podría decir de sí misma, si pudiera hablar, es: "Yo soy consciente". Esos son los dos ingredientes esenciales de nuestro ser, ser y conocer. Yo soy, y el yo, que yo soy, es consciente. "Sat" y "chit" en sánscrito.

¿Qué más sabe con absoluta certeza la presencia consciente de sí misma? Hazte la pregunta, y esto quiere decir, hazle a la presencia consciente la pregunta. ¿Te has experimentado a ti misma alguna vez apareciendo o desapareciendo?

Es obvio que experimentamos la aparición y desaparición de pensamientos, sensaciones y percepciones. Pero, ¿qué hay en lo que respecta a nuestro ser, a nuestra naturaleza? ¿Experimenta él su aparición y desaparición? Si somos claros, honestos y simples tenemos que admitir que jamás hemos experimentado la aparición o la desaparición de la consciencia. En otras palabras, en la experiencia que tiene la presencia consciente de sí misma está eternamente presente.

Y una pregunta más. Pregúntale a la presencia consciente, pregúntate a ti mismo: ¿Encuentro alguna vez algún límite o frontera a mi propio ser? Es un poco como preguntarle al espacio vacío si encuentra su propio límite. El espacio vacío debe responder "no". En otras palabras, en la experiencia que tiene la consciencia de sí misma no encuentra límites finitos; es ilimitada o infinita.

No he afirmado nada que no pueda ser verificado en nuestra y simple experiencia. Lo que soy no está constituido por un pensamiento, sentimiento, sensación o percepción. Estoy hecho de puro conocer y puro ser o presencia consciente, y esta presencia consciente no se conoce a sí misma apareciendo y desapareciendo, de la misma manera que no tiene un conocimiento de sí misma siendo limitada.

En otras palabras, la simple experiencia que tiene la presencia consciente de sí misma es que es presente, consciente, eterna e infinita. Esta es la simple experiencia de todo el mundo. No te estoy dando ningún conocimiento extraordinario o místico, eso es algo que puede ser verificado por cada uno de los siete mil millones que somos.

Es el pensamiento quien pasa por alto el simple conocer de nuestro propio ser, su conocerse a sí mismo, y superpone sobre nosotros, sobre nuestro ser, las cualidades temporales y limitadas que pertenecen al cuerpo y la mente. Es el pensamiento el que afirma: "Yo, la presencia consciente, comparto las propiedades, cualidades del cuerpo y la mente". Con esta creencia, el pensamiento crea un ser limitado, temporal y separado. Y es en nombre de esta ilusoria entidad separada que la mayoría de la gente piensa, siente, percibe y actúa.

El yo separado está constituido del único y verdadero yo de la presencia consciente con el añadido de la creencia de que es limitado y temporal. En otras palabras, es el pensamiento el que superpone una creencia sobre la presencia consciente eterna e ilimitada, y hace que parezca que es temporal y limitada.

Como una imagen que aparece en la pantalla parece limitar la pantalla, pero la pantalla jamás está limitada por la imagen. De la misma manera la presencia consciente jamás está limitada por los pensamientos que se proyectan sobre ella. No obstante, es una ilusión muy convincente.

Este es el paso dos, la exploración de la naturaleza de la consciencia, y llegar a la comprensión experiencial de que es eternamente presente e ilimitada.

El último paso es el realineamiento gradual de la manera como pensamos, sentimos, percibimos, actuamos y nos relacionamos de acuerdo con esa nueva comprensión. Esa última etapa es una etapa que dura para siempre.

Paso uno. El descubrimiento: Yo soy la presencia consciente.

Paso dos. El descubrimiento que, esa presencia consciente que yo soy, es eternamente presente e ilimitada –es lo que tradicionalmente se llama despertar o iluminación. No me gusta utilizar estas palabras porque suenan exóticas y no hay nada de exótico en el simple reconocimiento de nuestro propio ser; es la experiencia más simple y ordinaria que podamos tener y es accesible para cualquiera de los siete mil millones que somos.

El último paso es el realineamiento de la mente, el cuerpo y el mundo con esa comprensión.