Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Charlas > Artículo

Artículos - Rupert Spira

Encuentro con Rupert Spira

Por Rupert Spira Barcelona - Febrero 2012 (I)
Rupert Spira

Rupert Spira: ¿Qué es lo que queremos decir cuando decimos "yo"?

A las siete y media, un viernes por la tarde, muchos de nosotros habremos pensado la palabra yo miles de veces. ¿A qué nos estamos refiriendo exactamente?, ¿qué es lo que sabemos acerca de nosotros, de nuestro yo, con certeza absoluta? La mayoría de nosotros pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos en nombre de este yo, todo el día. ¿Qué es, entonces, este yo? Y ¿cómo vamos a saber de él?, ¿leyendo libros?, ¿escuchando lo que otros nos dicen acerca de él?, ¿asistiendo a encuentros advaita? Ninguna de estas cosas nos dará conocimiento certero acerca de lo que yo soy. Lo único que puede darnos conocimiento cierto acerca de nosotros, es nuestra propia experiencia íntima.

¿Qué es lo que podemos decir con certeza absoluta acerca de nuestro yo? La primera cosa que podemos decir es que estoy presente. Puede que no estemos seguros de lo que somos, pero tenemos certeza absoluta de que sea lo que sea lo que somos, estamos presentes ahora, somos. En otras palabras, tenemos la certeza de "yo soy". ¿Por qué tenemos certeza de esto? Porque lo sabemos. ¿Quién es aquel que sabe que estoy presente? ¿Quién es el que afirma: "yo soy"? Es obvio que soy yo. Así que ese yo que "yo soy", no está tan sólo presente, sino que también es consciente, "yo soy"; y el yo que soy es consciente de que "yo soy". Este es el conocimiento más obvio, más ordinario y más simple que todo el mundo tiene acerca de sí mismo, de su yo. Y por el hecho de que este yo está al mismo tiempo presente y consciente, a veces nos referimos a él como consciencia, presencia consciente.

No hablo español, así que no sé cual sería el término para la palabra "awareness" en español, pero en inglés es una palabra que está compuesta por dos partes: por un lado "aware", y por otro "ness". La partícula "ness" quiere decir simplemente "la presencia de". Y entonces "awereness" es la presencia de aquello que es consciente. Presencia consciente. Yo.

Entonces, a parte de nuestro propio ser, ¿de qué más somos conscientes? De pensamientos, sensaciones y percepciones. Empecemos, por ejemplo, con los pensamientos.

Para la mayor parte de nosotros habrá presente ahora un pensamiento o un tren de pensamientos. Dejad que vuestros pensamientos hagan aquello que quieran hacer. Puede que estéis pensando: "¿dónde podríamos ir a cenar tras este encuentro?" O "qué bien estar aquí en Barcelona". Lo que sea. Y tú, vosotros, yo, consciencia presente, es consciente de este pensamiento. El pensamiento aparece, somos conscientes de él, y el pensamiento desaparece. Pero tú, el yo, la presencia consciente, no desaparece cuando desaparece el pensamiento. Por lo cual, la presencia consciente no puede estar hecha de pensamientos. Los pensamientos van y vienen pero la presencia consciente permanece. Simplemente permanece abierta, presente y consciente.

¿Qué es lo que ocurre con las sensaciones? Por ejemplo, la sensación hormigueante, cosquilleante de la planta de vuestros pies o, por ejemplo, si frotáis vuestras manos, va a haber una sensación que va a ser creada y vosotros, yo, la presencia consciente, sois conscientes de esta sensación. La sensación aparece y desaparece, pero yo no aparezco o desaparezco con ella. Yo permanezco eternamente presente. Entonces es obvio que yo no estoy hecho, constituido de sensaciones.

Y, ¿qué es lo que ocurre con las percepciones? Por percepciones, me refiero a la visión, a los sonidos, a los sabores, a las texturas y aromas. En otras palabras, los cinco sentidos. Estas percepciones van y vienen. Por ejemplo, la vista, la visión de esta habitación, el sonido del tráfico, el olor de la fragancia, el gusto de una taza de té. Todas estas percepciones van y vienen. Pero "yo soy" el que permanece eternamente presente y consciente de ellas, de esas percepciones.

Así que si hemos seguido directamente, y no de una manera intelectual, este simple experimento con nuestra experiencia va a devenir obvio que lo que soy no está hecho de un pensamiento, ni de una sensación, ni de una percepción. En otras palabras yo no estoy hecho de una mente o un cuerpo. Yo estoy simplemente hecho de presencia y de conocimiento o consciencia.

¿Qué más podríamos decir de nosotros mismos basándonos exclusivamente en nuestra experiencia?

Dirige, vuelve tu atención ahora hacia el pensamiento que esté presente. Es muy fácil. Dirige ahora tu atención, por ejemplo, a la sensación presente, la sensación hormigueante de la suela de tus pies. De nuevo es muy fácil. Ahora, por ejemplo, vuelve tu atención hacia la percepción presente, por ejemplo, el sonido del tráfico. De nuevo es muy fácil. En otras palabras, es fácil el dirigir la atención a la mente, el cuerpo o el mundo. Ahora dirige tu atención hacia ti mismo; el que es consciente de la mente, el cuerpo y el mundo. ¿Adónde la dirijes? ¿En qué dirección apuntas? ¿Hacia dónde miras? No pienses acerca de esto, hazlo, inténtalo realmente. ¿Dónde está aquél que escucha las campanas? Sabemos que está presente y consciente. Pero en cualquier dirección a la que apuntemos para buscarlo o mirarlo, va a ser una dirección equivocada. Así que nos giramos y miramos hacia otro lado, y sigue siendo una dirección equivocada. Y es porque toda dirección es siempre hacia algún tipo de objeto; siempre hacia un pensamiento, un sentimiento, una sensación o una percepción.

Así que aunque tengo certeza absoluta de que estoy presente y soy consciente, cuando intentamos encontrar esa presencia nos damos cuenta que no puede ser hallada en tanto que un objeto. ¿Cómo sabemos entonces que esa presencia es limitada? Sólo un objeto podría tener límites. ¿Cómo sabemos que está localizada en algún lugar? Sólo un objeto podría estar localizado en el tiempo y el espacio. ¿Qué es lo que nos hace pensar que yo aparezco y desaparezco? Sólo un objeto puede aparecer y desaparecer. ¿Cómo puedo saber que nací y que voy a morir? Sólo un objeto puede nacer y puede morir. ¿Cómo algo que no sea un objeto, podría ser masculino o femenino? ¿Cómo podría tener edad o peso o densidad?

¿Veis?, sobre el simple conocer de nuestro Ser el pensamiento ha superpuesto numerosas creencias y ha hecho que aquello que es verdaderamente ilimitado, sin limite, parezca como limitado. La consciencia, la presencia consciente, de hecho, jamás está limitada por ese pensamiento. Simplemente parece que está limitada. Y como resultado de este pensamiento la presencia consciente parece contraerse desde su estatus, su naturaleza abierta e ilimitada. Y como resultado parece devenir una entidad limitada y separada, localizada en, y en tanto que cuerpo-mente. Y así es como nace el "ego" o el "yo" imaginario separado. Este yo imaginario separado es de hecho un racimo, una amalgama de pensamientos y de sentimientos que aparece en el único Ser de la presencia consciente. En ningún punto realmente devenimos, nos convertimos en un yo separado y limitado. Simplemente parece que nos convertimos en eso. Y en nombre y desde ese yo imaginario la mayoría de nosotros pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos.

Así que en los encuentros que vamos a tener juntos este fin de semana, vamos a regresar una y otra vez, a aquello que verdaderamente somos. Y nos acostumbraremos a permanecer, morar conscientemente en tanto que esa presencia consciente. Y a empezar a vivir y a sentir en nuestra experiencia real, las cualidades que son inherentes a nuestro Ser. Por ejemplo, pregúntate: ¿puedo yo, la presencia consciente, ser molestado de alguna manera alguna vez?, ¿cómo algo que no tiene cualidades objetivas puede ser molestado, perturbado? ¿Cómo podría, por ejemplo, el espacio vacío de esta habitación ser perturbado? Si, por ejemplo, se nos ocurriera levantarnos y empezar a cantar y a bailar, ¿se agitaría, en ese caso, el espacio?, ¿es posible agitar el espacio vacío de esta habitación? La presencia consciente podría ser comparada a un espacio abierto y vacío. Es una metáfora y no es precisa, nada de lo que digamos aquí es completamente preciso. Normalmente espero hasta el final de nuestro encuentro del fin de semana para decir esto; pero esta imagen del espacio vacío evoca una cualidad de la presencia consciente. La consciencia es abierta, vacía; recibe toda cosa en su seno sin elección, preferencia o juicio. A la consciencia no le importa si la mente está agitada o en paz. A la consciencia no le importa la condición del cuerpo o del mundo, sino que dice sí, un sí incondicional a toda aparición, y no puede ser agitada.

Cuando digo que la consciencia no puede ser agitada, perturbada, estoy diciendo: "tú, vosotros, yo, no puede ser perturbado o agitado". Entonces la paz, es otro nombre para ti, para vosotros. No estoy diciendo que seáis pacíficos, que estéis en paz, tranquilos, sino que eres la paz misma. La paz imperturbable en toda condición. Y nos demos cuenta de ello o no, esa es nuestra condición eternamente presente. Los pensamientos pueden estar agitados, el cuerpo puede estar agitado, el mundo puede estar agitado, pero aquello que es consciente de ellos, no está nunca agitado. Nunca puede estar agitado. De la misma manera que el espacio vacío no puede resistirse a lo que aparece en él, la presencia consciente no puede resistirse al ahora. Tú, yo, la presencia consciente, está absolutamente feliz con lo que aparece en el momento, instante tras instante. Un ser imaginario hecho de pensamientos y de sentimientos podría decir: "no me gusta lo que aparece ahora, la aparición presente, voy a buscar una alternativa en el futuro o en el pasado". Pero la presencia jamás dice eso. La presencia consciente es un "sí" vacío y vasto a lo que aparece en el momento, al ahora.

Así que estas son las dos posibilidades esenciales en la vida. Ser en consciencia, conscientemente esta presencia consciente abierta y vacía, en la que no hay el más mínimo motivo para resistir al ahora y buscar una alternativa. O tomar una posición en tanto que un yo imaginario, un yo, constituido, hecho de pensamiento, sentimiento, siempre negociando con lo que aparece en el momento: "me gusta esta parte pero esta no; me gustaría agarrarme a esto pero me quiero deshacer de eso otro".

Si asumimos esa posición como un yo imaginario y separado, entonces la paz y la felicidad siempre parecerán ser el resultado de las circunstancias. Y vamos a pasar nuestras vidas, buscando la paz en situaciones, la felicidad en objetos y el amor en las relaciones. Pero si tomamos nuestra posición como consciencia, como consciencia presencia, entonces esas cualidades de la paz, la felicidad y el amor serán realizadas y se sentirán como nuestra naturaleza propia y esencial, presente en cualquier circunstancia.

Eso no quiere decir que no disfrutaremos de las situaciones, de los objetos y de las relaciones, pero lo que quiere decir es que no nos aproximaremos a ellos como la fuente de la felicidad. Y el mundo será liberado de esa demanda de que nos produzca paz y felicidad, de esa exigencia. Y nuestros amigos serán liberados de esa exigencia de producirnos amor. Y liberados de esta imposible exigencia entonces nuestras actividades en el mundo y nuestras relaciones florecerán.