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Artículos - Scott Kiloby

Mente clara, corazón abierto, cuerpo transparente

Por Scott Kiloby
Scott Kiloby

"La profundidad de esta libertad no tiene fin". Recuerdo haber escuchado a Gangaji decir eso hace muchos años. Se sentía intuitivamente cierto. Pero tengo que admitir que, en cierto nivel, yo sí deseaba que la profundidad de esta libertad tuviera un final. Sus palabras sonaban casi como una condena a cadena perpetua, como si tuviera yo que pasármela buscando nuevos niveles o profundidades. Pero ella no quería decir eso en absoluto. Era el buscador en mí, el que escuchaba sus palabras a través del filtro de la mente del ego. Para el ego, todo es un juego del tiempo en el que la recompensa final es como una olla de oro. Llegué a descubrir que no hay ninguna olla de oro, que no hay ningún juego y ningún tiempo. Fue precisamente en ese momento cuando sus palabras cobraron sentido para mí. En realidad ella estaba hablando de profundizar, no de buscar. La profundización es un asunto completamente diferente. No hay ninguna búsqueda en ella. Es como consentir el inevitable movimiento de la libertad, que parece tener ciertos hitos a lo largo del camino, pero sin un fin a la vista. La vida es movimiento. Movimiento constante. Aun cuando la quietud en medio de la vida sea reconocida, el movimiento continúa expresándose, tal vez con más fluidez que nunca.

"Fin" (o "final") es para mí ahora una palabra divertida. El final de la búsqueda. El final de tu mundo. El final de la vida. El final del pensamiento. El final del tiempo. Pero la profundización no tiene un final porque la vida no tiene fin. Si hay un final, es más como el final del pensamiento de que hay un fin. Un fin asume que hay un punto final en el que uno finalmente es algo, o finalmente es nada, o en el que uno ha alcanzado un cierto estado o un estar libre de cualquier estado. La poesía de la iluminación a veces se puede leer para hacer que la iluminación sea el punto final de algo. Pero a medida que la profundización continúa, la mente se vuelve más clara y vacía, cada vez menos aferrada a los viejos patrones de pensamiento, incluyendo el patrón de pensar que la vida tiene un final. Es el final de pensar en la muerte como un final. Es el final de pensar que el ego llega a su fin, porque se ve que el ego no es más que el movimiento de la vida misma con millones de patrones diferentes. Algunos patrones del ego se desvanecen. Algunos tardan un poco más en desaparecer. Pero a pesar de que la mayoría de esos patrones egóicos se desvanecen, el ego mismo es visto como un movimiento, no como una cosa que termina. Nunca nació y, por lo tanto, nunca termina. Esto es lo que hace que la mente sea tan clara. Es clara incluso en medio del movimiento. Está quieta incluso cuando el pensamiento surge y desaparece. Incluso la idea de que hay una mente surge y desaparece.

En la profundización, el corazón parece abrirse. Pero conforme lo hace, uno comienza a ver que eso tampoco tiene fin. Esto se debe a que realmente no hay ningún corazón. Eso es un concepto que surge y desaparece. Y a medida que los conceptos acerca del amor, las relaciones y el corazón se desvanecen, la expansión del amor se siente infinita. Se ve que el amor no es una cosa, sino el hecho de ver que las cosas no tienen límites ni solidez. Yo soy tú y tú eres yo. Yo soy el árbol, la tierra, el cielo, y esas cosas son yo. Se ve que el corazón no tiene límite ni solidez. Entonces deja de parecer como si el corazón fuera algo que se abre. No es un contenedor. No te verás a ti mismo como un corazón completamente abierto. Ese concepto también desaparecerá. Sólo lo que es una cosa podría abrirse. Lo que realmente sucede es que todo ese sedimento psíquico contenido en el área del corazón que una vez te hizo sentir separado comienza a disolverse, sin dejar ningún sentido de contracción ahí. Y en esa disolución, hay una apertura sin fin. La posesividad, el dolor, el rechazo y el anhelo se disuelven junto con esa contracción. Y así se disuelve la severidad de las relaciones. Incluso cuando la contracción parece haberse disuelto por completo, no se siente como un "final", porque la vida es movimiento constante. En el próximo movimiento de vida, en la siguiente risa, en el siguiente grito, se puede realizar una apertura más profunda hacia la vida.

El cuerpo comienza a sentirse transparente. Todas las otras contracciones comienzan a disolverse, en la garganta, en el estómago, en el área pélvica y en la raíz. Y a medida que ese sedimento se dispersa en la luz, se puede sentir que el cuerpo es la luz misma. Pero esa luz no tiene comienzo y, por lo tanto, no tiene fin. La luz no está dentro ni fuera de ti. No tiene ningún límite. Penetra los rincones más profundos de tu ser interior y llega hasta los confines más lejanos del universo. Y justo cuando crees que estás completamente incorporado, la vida se mueve de nuevo, mostrándote otra hendidura con ese sedimento, que luego puede disolverse en la luz. Si crees que estás completamente incorporado, pasa un tiempo en alguna situación incómoda o aterradora que preferirías evitar. Pasa tiempo con la familia. Asiste al funeral de algún ser querido. Llama a un viejo amante. Deja que el movimiento de la vida se mueva con mucha más profundidad en tu experiencia. La vida tiene esta magnífica forma de mostrarte que no hay fin para esta profundización.

Entonces, ¿es eso el final? ¿Es el final cuando la mente está clara, cuando el corazón está abierto y cuando el cuerpo es transparente? No, en ese momento eres como un recién nacido, listo para vivir la vida de nuevo en el siguiente momento. El próximo instante es simplemente otra oportunidad para vivir, para respirar, para pensar, para descansar, para sentir, para despertar a la frescura de este momento, para descubrir por qué estás aquí en este momento. Y como cada momento es una muerte, cada momento también es un renacimiento. No hay ningún final a la vista. En ese sentido, tú nunca naciste. Tú nunca mueres. "Tú" es un pensamiento que surge y desaparece. Nunca encuentras el principio de la vida, y nunca encuentras su final. En el momento de la muerte física, se puede tomar el último aliento, se puede sentir el último dolor. Pero la vida no termina. Simplemente asume otra forma. Ya que nunca fuiste este yo, este cuerpo, esta forma, este corazón o esta mente, no mueres. No terminas. Eres la vida. La vida es movimiento constante. Una mente clara, un corazón abierto y un cuerpo transparente no son más que una manera de permitir que el movimiento de la vida sea él mismo, sin fin.