Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Ensayos > Artículo

Artículos - Ken Wilber

El estado último de la Conciencia

(Segunda Parte)
Por Ken Wilber
Ken Wilber

En ocasiones se dice que, aunque ya somos uno con el Absoluto, no nos damos cuenta de ello, que, aunque no podamos alcanzar la unión con Dios, sí que podemos alcanzar el conocimiento de esa unión, que, aunque no podamos producir la Identidad Suprema, sí que podemos damos cuenta de ella. A esa comprensión de nuestra Identidad Suprema siempre se la ha llamado Estado último de la Conciencia, iluminación, satori, moksha, wu, liberación.

Ahora bien, aunque la afirmación de que todos nosotros somos Budas pero no lo sabemos y de que, por lo tanto, si queremos liberamos debemos alcanzar ese conocimiento, no sea del todo falsa, si la examinamos más detenidamente, tampoco es completamente válida porque, según la no dualidad, conocer a Dios es ser Dios y ambas cosas no están, en modo alguno, separadas. Como afirma claramente el Mundaka Upanishad, "En verdad, quien conoce a Brahman se convierte en Brahman". Así pues, no existe una cosa llamada Dios y otra cosa llamada conocimiento de Dios, ya que ese conocimiento no es más que uno de los nombres de Dios. Y, dado que los dos son realmente uno y lo mismo, si no podemos alcanzar a Dios, tampoco podemos alcanzar el conocimiento de Dios. Dicho de otro modo, puesto que el Estado último de Conciencia es Brahman y Brahman no puede ser alcanzado, tampoco puede serlo el Estado Último de Conciencia.

Si esta conclusión nos parece extraña, sigamos adelante y supongamos, por el contrario, que pudiéramos alcanzar, obtener o penetrar en el Estado último de Conciencia. ¿Qué significaría eso? Simplemente que ese estado de conciencia en el que entráramos debería tener un comienzo en el tiempo, que ese estado de conciencia, por lo tanto, no sería atemporal y eterno y, en fin, que ese estado de conciencia no sería precisamente el Estado Ultimo de Conciencia. No es posible entrar en el Estado último de Conciencia porque éste es un estado atemporal, un estado que carece de comienzo y de final. Dicho de otro modo, cualquier estado de conciencia al que podamos acceder no es el Estado último de Conciencia.

Hsuan-tse oyó hablar de un maestro de meditación llamado Chih-huang y fue a verle. Cuando llegó, Chih-huang estaba meditando.

―¿Qué haces? ―le preguntó Hsuan-tse.
―Estoy entrando en samadhi, un estado de conciencia superior.
―Hablas de entrar. ¿Pero cómo alcanzas el samadhi, con una mente pensante o con una mente sin pensamientos? Si respondes que con una mente sin pensamientos todos los seres insensibles, como las plantas y los ladrillos, estarían en samadhi. Si contestas que con una mente pensante, todos los seres sensibles lo habrán alcanzado.
―Bien ―replicó Chih-huang―. No soy consciente de si estoy pensando o no.

El veredicto de Hsuan-tse fue aplastante:

―Si no eres consciente de ello, estás realmente en samadhi todo el tiempo. ¿Por qué hablas, pues, de entrar o salir de él? Si existiera alguna entrada o salida, no se trataría del Gran Samadhi.

¿Qué significa, pues, que nunca podamos entrar en el Estado Ultimo de Conciencia? ¿Qué significa que nunca, bajo ninguna circunstancia, en ningún momento, mediante ningún esfuerzo, podamos entrar en el Estado último de Conciencia? Sólo significa que el Estado último de Conciencia ya está total y completamente presente, que el Estado último de Conciencia no difiere de nuestro estado ordinario de conciencia ni de cualquier otro estado que podamos tener en éste o en cualquier otro momento. "El Tao es, precisamente, nuestra mente ordinaria", dice Nansen. Cualquier estado de conciencia que tengamos en este momento, sin importar lo que pensemos de él, sin importar cuál sea su naturaleza, es absolutamente Él. No podemos entrar en Él porque desde el mismo comienzo siempre hemos estado en El.

Por supuesto, esto debía resultar obvio desde el principio. Puesto que el Estado último de Conciencia es Brahman y dado que Brahman lo incluye todo, el Estado último de Conciencia también lo incluye todo. El Estado último de Conciencia no es un estado entre otros, sino un estado que incluye a todos los demás. Esto significa que el Estado último de Conciencia no es un estado alterado de conciencia porque, siendo uno sin segundo, no existe ningún otro estado alternativo. El Estado Último de Conciencia es perfectamente compatible con cualquier estado de conciencia y con cualquier estado alterado de conciencia, dado que no existe estado de conciencia separado o fuera de Él. Como explica René Guénon, "el estado de Yogui no puede compararse a ningún otro estado de conciencia, sino que engloba a todos los posibles estados del mismo modo que el principio encierra todas sus conclusiones".

Todo esto evidencia palpablemente que no sólo somos uno con el Absoluto sino que además ya lo sabemos. Como dice Huang-Po, "la Naturaleza de Buda y tu percepción de ella son una". Y dado que, como hemos visto, la Naturaleza de Buda ya está presente, también lo está tu percepción de Ella. Si afirmas que eres Buda y que no lo sabes, estás introduciendo necesariamente un dualismo muy sutil entre la Naturaleza de Buda y tu percepción de la misma, suponiendo que la primera ya es, pero la segunda todavía está por llegar, y tal cosa no es posible.

En realidad, así como no podemos fabricar el Absoluto, tampoco podemos fabricar nuestro conocimiento del Absoluto. Ambos están ya presentes.

Un monje le preguntó a Rekison Roshi:
―¿En que consiste "captar un sonido y liberarse"?
Rekison tomó entonces unas tenazas, golpeó las brasas y preguntó:
―¿Lo oyes?
―Lo oigo ―replicó el monje.
―¿Quién no ha sido liberado? ―preguntó entonces Rekison.

Muchos suelen olvidar que el Estado Ultimo de Conciencia no es, en modo alguno, un estado separado o ajeno a nuestro Estado Presente de Conciencia. Por esto intentan equivocadamente generar un estado de conciencia "superior" radicalmente diferente de su estado presente de conciencia que les permita alcanzar la Suprema Identidad. Hay quienes creen que ese estado de conciencia "superior", particular y exclusivo, depende de determinadas pautas de respuesta cerebral tal como una predominancia de ondas alfa de alta amplitud; por ejemplo. Otros sostienen que el sistema nervioso del individuo debe sufrir varios cambios y evolucionar hasta llegar a un punto en el que aparezca un estado de conciencia nuevo y "superior". Otros creen que el estado de conciencia "superior" sólo aparecerá cuando el stress fisiológico sea eliminado mediante técnicas de meditación. Toda esta palabrería, sin embargo, olvida el hecho indiscutible de que cualquier estado de conciencia en el que podamos entrar, cualquier estado de conciencia que pueda ser alcanzado mediante ciertas prácticas, debe tener un comienzo en el tiempo y, por consiguiente, no es, ni nunca será, el eterno Estado Último de Conciencia.

Además, creer que podemos dar ciertos pasos a fin de realizar el Estado Último de Conciencia y alcanzar la liberación, es hacer de ese Estado último un efecto. Creer que ciertos caminos, o que determinadas prácticas, pueden acercamos a la liberación, equivale a hacer de la liberación el resultado de esos pasos, la consecuencia de esos estadios, el efecto de esas causas. Sin embargo, hace mucho tiempo que Shankara se dio cuenta del gran absurdo de esa concepción:

Si representamos a Brahman como el resultado de ciertas acciones y creemos que la libertad es el efecto de esas acciones, entonces Brahman sería temporal y habría que considerarlo como algo que ocupa una posición preeminente entre los frutos temporales de las acciones.

Pero como la Liberación es tan atemporal como el Yo eternamente libre, no puede achacársele la imperfección de la temporalidad. Quienes consideran que la Liberación es el efecto de algo, sostienen que depende de la acción de la mente, del habla o del cuerpo. Lo mismo ocurre con quienes la consideran como una simple mutación. Ambos puntos de vista están afirmando implícitamente que la Liberación no es eterna porque en la vida cotidiana observamos que las cosas que están sujetas al cambio, como la leche agria y similares, y las cosas que son efecto de otra, como las jarras, por ejemplo, no son eternas.

¿Y qué podríamos decir de la creencia de que todos tenemos la Naturaleza de Buda pero que no lo sabemos y de que ciertas acciones, como, por ejemplo, la meditación, pueden ayudamos a lograr ese conocimiento? Shankara es terminante en este punto:

Del mismo modo que la claridad de un espejo se manifiesta cuando lo pulimos, hay quienes afirman que la Liberación es una cualidad oculta del Yo que sólo se manifiesta cuando el Yo se purifica mediante ciertas acciones. Pero para nosotros esta opinión carece de validez porque el Yo no puede sufrir acción alguna, ya que una acción no puede existir sin la modificación en la que se apoya. Si alguna acción modificara al Yo, eso supondría que no es eterno, lo cual es inaceptable.

En resumen, dado que el Estado último de Conciencia es nuestro Estado Presente de Conciencia, es evidente que no existe manera de causar, producir, efectuar o manufacturar lo que ya existe y que, en el caso de que pudiéramos hacerlo, el resultado no sería eterno. Cuando creemos que el Estado último de Conciencia es un estado diferente de nuestro estado presente, nos afanamos en buscar caminos que puedan conducimos a ese estado de conciencia "superior" supuestamente diferente y milagroso, ignorando por completo el hecho de que, aún en el caso de que lo lográramos, ese estado de conciencia "superior" sería el resultado de ciertas acciones y, por consiguiente, tendría un comienzo en el tiempo. Sin embargo, nosotros creemos que en ese estado superior de conciencia nos aguarda el conocimiento del Absoluto. Pero, como explicó Eckhart, si creemos que podemos encontrar a Dios en un determinado estado de conciencia, cuando dicho estado desaparezca también nos abandonará ese dios.

"Contrariamente a lo que suele creerse ―escribe Alan Watts―, el conocimiento y la contemplación del infinito no tiene nada que ver con ningún estado de trance, porque entre lo finito y lo infinito no existe la menor oposición y, por lo tanto, el conocimiento de lo infinito es compatible con todos los estados mentales, sentimientos y sensaciones posibles. [Este] conocimiento es un estado de conciencia inclusivo, no exclusivo".

De hecho, la dificultad de admitir que ya conocemos nuestra Naturaleza de Buda radica en el hecho de que seguimos insistiendo en que el Estado último de Conciencia es diferente de nuestro Estado Presente de Conciencia. Creemos, por ejemplo, que el nirvana es diferente de samsara, que la iluminación es diferente de la ignorancia y que Brahman es diferente de maya (ilusión). Aún así, Nagarjuna afirma claramente que "no existe la menor diferencia entre nirvana y samsara. No hay la menor diferencia entre samsara y nirvana. No existe la más pequeña diferencia entre ambos". Y Hsuan-chueh comienza del siguiente modo su celebrada Canción de la Realización del Tao:

¿No ves a ese tranquilo Hombre del Tao que ha abandonado todo aprendizaje y esfuerzo?
Ni evita los falsos pensamientos ni busca la verdad.
Porque la ignorancia es, en realidad, la Naturaleza de Buda
Y ese cuerpo, ilusorio y cambiante, es el cuerpo de la Verdad.

Y el vedanta puro jamás ha dicho que maya o la ilusión sea algo diferente de Brahman, sino algo que depende de Brahman. No obstante, nosotros tratamos de escapar de samsara como si no fuera nirvana, intentamos huir de la ignorancia como si no fuera la iluminación y luchamos por erradicar maya como si no fuera Brahman. A este respecto afirma Fénelon, arzobispo de Cambrai, que "No hay ilusión más peligrosa que las ilusiones mediante las cuales las personas intentan escapar de la ilusión".

Por consiguiente, toda búsqueda, sea espiritual o no, carece de sentido. Así, considerar al Estado último de Conciencia como un estado alterado de conciencia es totalmente inaceptable. No niego que podamos alcanzar ciertos estados alterados de conciencia verdaderamente milagrosos, pero eso sólo puede suceder porque esos estados son parciales y exclusivos, por ello pueden desarrollarse y perfeccionarse. Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el Estado último de Conciencia que todo lo incluye? Obviamente también podemos entrenarnos para alcanzar el estado alfa, desarrollar nuestras capacidades mediante el uso de los mantrams y adiestrarnos en enlentecer la aparición de pensamientos. Sin embargo, todo esto sólo es posible porque se trata de estados de conciencia parciales y exclusivos. Por ese motivo podemos prestarles más esfuerzo y atención que a otros estados. Pero no podemos aprender a entrar en un estado de conciencia que jamás hemos abandonado, un estado que incluye a todos los posibles estados de conciencia. No existe lugar alguno fuera del Estado último de Conciencia desde el que podamos entrenamos. Escuchemos, de nuevo, a Huang Po:

Bodhi (el conocimiento de la naturaleza de Buda) no es un estado. El Buda tampoco lo alcanzó. No puede ser alcanzado con el cuerpo ni buscado con la mente. Todos los seres sensibles ya son uno con Bodhi.

Cuando sepamos positivamente que todos los seres sensibles son uno con Bodhi, dejaremos de pensar en Bodhi como algo que deba ser logrado. Quizás hayamos oído hablar de "alcanzar la Mente de Buda" pero ésa es una forma intelectual de alejarse de Buda. De ese modo, sólo podemos APARENTAR que logramos la Budeidad. Aunque permaneciéramos así durante eones enteros, sólo alcanzaríamos el Sambhogakaya (estados de beatitud) y el Nirmanakaya (estados de transformación). ¿Pero qué relación guarda todo esto con nuestra original y real Naturaleza de Boda?

Después de escuchar esto, muchos de nosotros pensamos: "Sí, de algún modo comprendo que soy uno con el Absoluto, pero todavía no lo sé". No obstante, esta afirmación es obviamente falsa. El mismo hecho de que busquemos a Buda significa que ya sabemos que somos Buda. "Consuélate" ―dijo Pascal―, no podrías buscarme si no Me hubieras encontrado ya", y lo mismo decía san Bemardo: "Nadie sería capaz de buscarte si antes no Te hubiera encontrado", o Blyth: "Para iluminarnos, primero debemos estar iluminados".

Por supuesto, a pesar de lo que digan todos los maestros, un individuo puede creer que realmente lo ignora. Y esta ignorancia radica en la peculiar no dualidad del conocimiento omnipresente de Buda. Estamos acostumbrados a sostener una actitud dual en la que nosotros, como sujetos, miramos un objeto, sea mental o físico, y a sentir que "nosotros" y "el objeto" somos dos cosas completamente diferentes. Del mismo modo, creemos que podemos ver a Brahman como un objeto exterior que se puede contemplar y comprender. Creemos que nosotros, los que comprendemos, somos capaces de alcanzar a Brahman, lo comprendido. Pero Brahman no está dividido en el buscador y lo buscado, ya que en toda la realidad no existe más que Uno sin segundo. Sin embargo, a pesar de ello, nosotros seguimos intentando escindir a Brahman, dividirlo en dos para atraparlo y decir "¡ Ya lo tengo! " Tratamos así de convertir a Brahman en una experiencia, entre otras, que pueda ser comprendida. Pero Brahman, al ser Uno sin segundo, no es una experiencia determinada. Si no lo comprendemos así perderemos el tiempo tratando de cazar fantasmas y de apresar el humo.

Así pues, al final caemos en la cuenta de que, por más que lo intentemos, no podemos verlo. Pero el mismo hecho de que no podamos verlo es la prueba más palmaria de que siempre lo hemos sabido. En palabras del Kena Upanishad:

Si piensas que conoces bien a Brahman sabes muy poco de Él. Deberás, pues, considerar más atentamente a Brahman... Quien comprenda las siguientes palabras: "No lo conozco y, sin embargo, lo conozco", lo conoce verdaderamente. Quien sabe que no comprende a Brahman, lo comprende, pero quien piensa que lo comprende, no lo comprende. Brahman es desconocido para aquéllos que lo conocen y conocido por aquellos otros que lo ignoran.

Así pues, el des-conocimiento de Brahman ES el Estado último de Conciencia y eso es exactamente lo que sentimos en este mismo momento. Dice un poema Zen:

Cuando quieres conocerlo, no puedes verlo.
No puedes sujetarte a Él,
pero tampoco puedes perderlo.
Cuando no puedes alcanzarlo, lo alcanzas;
cuando permaneces en silencio, Él habla;
cuando hablas, Él permanece en silencio.
La gran puerta está completamente abierta a las almas generosas,
y ninguna multitud cierra el paso.

De la misma manera que un ojo no puede verse a sí mismo o una oreja no puede escucharse a sí misma, nosotros, al ser Brahmann, no podemos ver a Brahmann. El Brihadaranyaka Upanishad dice "No puedes ver a quien ve lo que estás viendo, no puedes escuchar a quien escucha lo que oyes, no puedes percibir a quien percibe lo que percibes ni conocer a quien conoce lo que conoces". Y el Zenrin lo dice de manera muy sencilla: "Como una espada que corta pero que no puede cortarse a sí misma, como un ojo que ve pero que no puede verse a sí mismo". Del mismo modo que, cuando nuestro ojo intenta verse a sí mismo, no ve absolutamente nada, asimismo, el Vacío es lo que siempre hemos buscado y lo que jamás hemos visto ni encontrado. Esa no visión es exactamente Él. Y como nunca Lo vemos, siempre Lo conocemos. Porque todo individuo, explica san Dionisio, "por el mismo hecho de no ver ni conocer a Dios, sabiendo también que Él se encuentra en todas las cosas que se sienten y se conocen, comprende que verdaderamente está más allá de la visión y del conocimiento".

¿Todavía no Lo véis? Qué bien, ya Lo sois.